Por Fernando Savater
Webarticulista.net
1 de junio de 2009
Veamos por ejemplo el caso del recientemente desaparecido Mario Benedetti. A diferencia de otros, no tengo nada que objetar a sus méritos literarios: como no me ha sido dado leerle, acepto que existieran y que fuesen notables. La cursilería parvularia de algunos de los lamentos fúnebres oficiales o espontáneos que se le han tributado no me desaniman en este criterio, porque nadie es culpable de sus admiradores. Si hay testimonios explícitos de que sus cuentos y versos ayudaron a vivir a más de uno, bendito sea por ello.
Tampoco tengo motivos para refutar a quienes dicen que fue una persona muy humana (la mayoría lo somos, a falta de mejores opciones) y entrañable. Benedetti vivió hasta una edad muy avanzada y uno de los consuelos de la vejez es que con ella casi todo el mundo acaba por volverse 'entrañable'. Yo mismo estoy a punto de llegar a serlo o al menos eso me parece, en mis momentos de desánimo. El afecto que sentimos por los demás no suele tener fundamentos exclusivamente ideológicos. Uno de mis mayores a los que más he querido humanamente, además de admirado como escritor, fue E. M. Cioran quien en su juventud escribió a favor de Hitler y simpatizó con los fascistas rumanos. Le tuve mucho cariño aunque no por aquellos desvaríos, claro, sino a pesar de ellos.
De modo que nada tengo que objetar a los tributos literarios y personales que se han hecho a la figura de Mario Benedetti. Pero en cambio me sublevan los elogios a su actitud política, que deberían ser -por decirlo suavemente- muy matizados, y sobre todo un calificativo que he visto repetido en varias necrológicas: el de poeta 'resistente'. Por ahí ya me cuesta bastante pasar, sobre todo porque veo todos los días olvidados o hasta calumniados a otros 'resistentes' de signo opuesto que merecen ese título por lo menos tanto y a mi juicio aún más que el propio Benedetti.
Sin duda, el escritor fue militante contra la dictatorial junta militar de Uruguay y padeció persecución y exilio por ello. Pero por el contrario apoyó con entusiasmo a la mucha más longeva dictadura de Cuba, tomó posición contra Heberto Padilla en el inicuo proceso inquisitorial contra éste (que abrió los ojos a muchos intelectuales sobre la catadura del régimen de Castro), tildó de 'homosexuales' a los disidentes de la isla -por lo visto ser homosexual le parecía un delito punible, como a las autoridades cubanas- y no perdió ocasión de ensalzar y apoyar al régimen soviético hasta el último día. Cuando a finales de los años ochenta del pasado siglo celebramos en Valencia un Congreso de Escritores por
No digo que Mario Benedetti no fuera un 'resistente': pero fue un resistente... selectivo. Y me parece preocupante que algunos esgriman su nombre como emblema de resistencia, mientras que los de un Czeslaw Milosz, Soljenitszin, Jan Patocka o los disidentes cubanos, algunos aún encarcelados por delitos de opinión -que resistieron a las dictaduras de las que fue apologeta y cómplice Benedetti- son mirados con recelo o permanecen en el olvido. A veces parece que cierta izquierda se porta con sus intelectuales como muchos jerarcas de
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