Por José Alvear Sanin
El Mundo, Medellín
Agosto 20 de 2009
En cambio el panorama en Iberoamérica es muy preocupante porque una serie de gobernantes, sacralizados únicamente por una mayoría más o menos libre, más o menos remota, de sus sucesivas elecciones, avanzan entre improvisación, gritería y pataletas. En la emisora semanalmente se cambia de rumbo o se deroga la planificación, se modifica la política exterior y se reparte un presupuesto cada vez más elástico. El Estado son ellos con la diferencia de que el rey Sol era el más laborioso, asiduo, meticuloso y cuidadoso monarca, muy bien rodeado además, como puede verse en su libro, tan admirable como olvidado, “Memorias en el Arte de Gobernar”.
En cambio los nuevos amos de nuestra América Latina –con las excepciones que todos conocemos- se hermanan por ser chambones, chabacanes y guaches.
Mr. Obama, que tampoco es gran cosa, procede de un estrato inferior aun al del pintoresco coronel-presidente de Venezuela, pero ejerce con la discreción propia de un régimen constitucional, que reclama previa deliberación y estudio antes de cualquier manifestación o pronunciamiento.
El coronel está rodeado. Dejemos a Zelaya, con su sombrero alón de mayordomo, defenestrado a tiempo, para contemplar a Ortega, un lacayo, cuya primera presidencia acabó por arruinar a Nicaragua, dejándola además, regada de sangre. Nada más lamentable que el discurso del nica apenas igualado por la inverecundia del presidente ecuatoriano, o por la inopia mental de Evo Morales. Bolivia, víctima histórica de tanta demagogia como cabe en ciento cincuenta y pico de Constituciones, ahora es un flamante “Estado multiétnico”, y vaya usted a saber cómo puede funcionar tamaña novelería, mezclada con algo de federalismo y algunas cucharadas de anarquismo, indigenismo y desgreño económico.
Paraguay exhibe un obispo renegado y estuprador. Y Argentina, la prolongación ejecutiva del tálamo, dentro de la más auténtica y pútrida tradición peronista, en la cual no disuena el enriquecimiento de la pareja presidencial cuyo solo patrimonio declarable ya se ha sextuplicado.
Esto del enriquecimiento de la familia reviste especial interés en el Estado de Barinas, donde el padre de Chávez, gobernador, y sus hermanos, altos funcionarios, están logrando una saludable promoción económica.
Todos se declaran revolucionarios, como si el desorden, la arbitrariedad y el delirio permitieran el progreso. Todos gobiernan desde las emisoras de radio y tv, al calor de la guacherna, y cada uno se ha inventado un trajecito gracioso, como vestirse con la bandera estrellada, o con la camisita bordada, o con el camuflado sudoroso, o la chompa desgalichada, salvo la señora Cristina, cuyo vestuario empieza a rivalizar con el de la famosa Imelda Marcos.
La inspiración les viene del invernal patriarca de la isla improductiva, famélica y mendicante, fundador de la segunda monarquía comunista hereditaria, famoso por ser el mayor hablantinoso de la historia.
¡El modelo es el de 50 años de babas y represión, hacia el que nos quieren llevar los constructores del “socialismo del siglo xxi”!
Entre todos esos jefes de Estado no se ajusta un pregrado universitario y sumando todos los gabinetes no se encontraría un PhD.
Si en la mayor parte de América Latina (dividida entre neoliberalismo rapaz y leninismo anacrónico), la política sigue siendo el ascensor de la ignorancia, la demagogia y la palabrería, es previsible lo que nos espera en el “siglo del conocimiento y la tecnología”.
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Hace ya tres años que esta columna recomendó la señalización vial horizontal con termoplásticos. ¡Por fin llega a Medellín, con medio siglo de retardo!
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