viernes, 14 de agosto de 2009

Diplomacia paralela y perversa

Por Jaime Jaramillo Panesso

Agosto 13 de 2009

¿Qué les ocurriría a Teodoro Petkof y algunos líderes del Copei o de Acción Democrática o del movimiento universitario venezolano si resolvieran, por su propia determinación, visitar al Presidente Uribe y exponerle sus quejas, sus cuitas y sufrimientos por el gobierno chavista? ¿En cuál paredón de la palabra fulminante y acusadora, emitida por el coronel presidente, quedaría una delegación de la oposición venezolana que en estos días viniera a Colombia a dar señales de solidaridad con nuestro gobierno y su política internacional? Pues serían sometidos al escarnio público y ofrecidas sus cabezas a los grupos paramilitares que llevan el nombre de “círculos bolivarianos”, los mismos que asaltaron y agredieron al personal de trabajadores de Globovisión en Caracas o los mismos que desde un puente dispararon contra una marcha contraria al gobierno, modalidad que se parece en mucho a las SS de Hitler en Alemania.

El mandato constitucional en Colombia, artículo 188, dice: “El Presidente de la República simboliza la unidad nacional……”. Y en el siguiente artículo, el 189, numeral 2, entre las varias atribuciones del Presidente, señala: “Dirigir las relaciones internacionales”. Pues bien, no deben los particulares o civiles colombianos, así sea el ex presidente Ernesto Samper, tomarse atribuciones que no le competen, a menos que haya sido autorizado por Presidente Uribe, para visitar o mediar ante el Presidente de Venezuela en el actual litigio. Peor aún que los dirigentes del Polo Democrático, Carlos Gaviria y el congresista Dussán, con la compañía de la dirigente liberal Piedad Córdoba y su combo, realicen una gira que comienza en Caracas y termina en Quito, suplantando al Canciller y dando testimonio de rompimiento de la unidad nacional que simboliza el Jefe de Estado colombiano, que hoy es Uribe, pero que así debe ser con quien ejerza el cargo de Presidente, sea quien sea, el día de mañana. Y sacan el pretexto de que fueron invitados, para justificar su deslealtad con la nación y el pueblo. También dicen, todos bañaditos en agua de rosas, que lo hicieron de buena fe para ayudar a calmar los ánimos irritados.

El oportunismo por encima de la patria. La perversión política por encima de los intereses de la nación. Bien lo dijo María Emma Mejía, quien ejerció el Ministerio de Relaciones Exteriores y fue embajadora, al rechazar esa propuesta de gira rodillona y bullosa, que ella respetaba el mandato constitucional. Inclusive el jefe del Partido Liberal, siempre con su delicada voz, César Gaviria, cerró filas, al igual que Andrés Pastrana, en torno a la exigencia natural de unidad nacional en la política internacional. No es para menos. El único logro de los filochavistas, a los cuales se suma el gobernador de Santander, Horacio Serpa, es el tiquete de regreso a Bogotá del embajador venezolano, el mismo que coadyuvó el grosero comunicado contra Colombia, publicado en El Tiempo, en los momentos más difíciles y gracias a la libertad de expresión que defendemos los colombianos. Mientras tanto, el Llanero Solitario cabalga y cabalga.

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