Webarticulista.net, Caracas
Agosto 11 de 2009
Que sean los países del ALBA, y básicamente, su líder, el teniente coronel, Hugo Chávez, los que llevan a cabo la feroz campaña contra la instalación de presuntas bases militares norteamericanas en Colombia, no es sino otra prueba de lo bien sintonizados que están los intereses de la subversión colombiana con sus aliados de Sur, Centroamérica y el Caribe. Para empezar a situarnos, no habría que recordar sino la frase espetada hace año y medio por Chávez -y desempolvada hace una semana por Correa para aplicarla al Ecuador- de “que Venezuela no limita en su frontera norte y suroccidental con Colombia, sino con las FARC”. Audacia que también explica, por qué Chávez y sus socios dan como un hecho, que de existir las fulanas bases norteamericanas en Colombia, no sería para dirigirlas exclusivamente contra las FARC y otro enemigos internos del país de Nariño, sino contra ellos mismos.
Y la pregunta es: ¿por qué tanto miedo? ¿es que existen relaciones peligrosas, peligrosísimas, y no confesas entre Chávez, Correa, los países del ALBA y las FARC a un extremo, que de instalarse las presuntas bases, sería imposible que el conjunto de países socialistas, autoritarios y totalitarios no terminen chocando con los ejércitos de Uribe y Barack Obama? A este respecto, admito que un descreído y escéptico como yo abrigó sus dudas… pero solo hasta que el gobierno colombiano reveló el video en que “El Mono Jojoy” dijo ante un grupo de guerrilleros “que las FARC habían contribuido con 300 mil dólares a la campaña electoral de Correa”, y, días después, un comunicado del Ejército colombiano soltó la perla “de que 3 lanzacohetes antitanques que pertenecían a
Objetivo estratégico y fundamental para el presente y futuro del país neogranadino, que sería imposible alcanzar a menos de contar con la ayuda y cooperación de sus “hermanos” -vecinos o no- democráticos e iberoamericanos, pero que al serle escamoteada esta, le ha sido inevitable no recurrir al único país del continente con recursos y disposición para dárselas: los Estados Unidos de Norteamérica. En este sentido, es de una mala fe sin precedentes en las relaciones internacionales de este y otros continentes, no admitir los esfuerzos del liderazgo colombiano porque Venezuela, Brasil, Perú, Chile y Argentina se involucren, o contribuyan más, en la derrota de la subversión interna, recibiendo, apenas, la indiferencia, y cuando no, la hostilidad de países de vocación subversiva y totalitaria como
En otras palabras: que los que se oponen a la llamada “injerencia” militar norteamericana en Colombia, en una política que no es otra cosa que la continuidad y reforzamiento del “Plan Colombia”, no son sino aliados de las FARC, y demás jinetes apocalípticos de la subversión colombiana, apostando a su recuperación del mal momento que viven después de las muertes de Raúl Reyes, Manuel Marulanda y el rescate de 50 rehenes encabezados por Ingrid Betancourt. Bosque donde coexisten, desde “tontos útiles” como Lula, los esposos Kirchner, y Tabaré Vásquez, hasta indiferentes como la señora Bachelet, el cura Lugo y Felipe Calderón, pero que, básicamente, está poblado por quienes corrieron a distraer el esfuerzo de guerra del gobierno y el Ejército colombianos por ponerle el guante a Timoleón Jiménez, Grannobles, “Jhon
Y esto lo saben mejor que nadie los hermanos Castro, Chávez y el resto de títeres del ALBA, enfrascados en una cruzada para evitar la continuidad y reforzamiento del “Plan Colombia”, con el pretexto de que se trataría del establecimiento de bases militares en Colombia que presuntamente apuntarían al resto de países de Sudamérica y de la región. O sea, que ignoran, adrede, que tales bases, de existir, difícilmente serían utilizadas contra gobiernos y países desafectos a los intereses norteamericanos y contrarios al establecimiento jurídico internacional y regional representado en
Para comprobarlo la rapidez que se tomaron Chávez y su comparsa para abandonar la frontera nicaraguense-hondureña desde donde planeaban la reinstalación de su compinche, Manuel Zelaya, en el poder, para regresar al sur, prender la llama de los enfrentamientos contra Uribe, y aliviar la presión que desde hacía meses sostenía el Ejército neogranadino contra los campamentos de “John
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