viernes, 14 de agosto de 2009

Los salvadores de Colombia

Por Jorge Enrrique Pava Quiceno

La Patria, Manizales

Agosto 14 de 2009

En el fondo, un diálogo entre Chávez y Teodora; o entre Chávez y Dussán; o entre Chávez y los demás comunistoides criollos; o entre Chávez y las Farc, son la misma cosa: un diálogo entre pares.

Todo apunta a un nuevo complot, pero esta vez aupado directamente desde nuestro propio país por las fuerzas políticas oscuras que perdieron la vergüenza y se lanzan en una campaña indigna en contra de Colombia. Porque ya no sólo tenemos que soportar la incontinencia verbal de los trágicos vecinos Chávez y Correa, sus amenazas, sus insultos y sus despropósitos, sino que ellos mismos, en una coincidencial alianza con las intenciones de las Farc, quieren fijar sus condiciones a través de personajes igualmente perversos como Piedad Córdoba y Jaime Dussán.

Las Farc han tratado de imponernos a “Teodora” como su mediadora, a través de unos espectáculos inhumanos en los que juegan con la libertad de las personas y las utilizan para exponerse en los medios de comunicación. Han exigido su presencia de cómplice connivente como requisito para liberar a secuestrados, haciéndola posar de pacifista cuando en el fondo, más que una interlocutora, se ha convertido en su estafeta y usufructúa impunemente sus estrechas relaciones con ese grupo guerrillero para obtener reconocimiento y réditos electoreros.

Pero como el presidente Uribe se ha negado sistemáticamente a entregarle las facultades para su espectáculo mediático, nos han montado una pantomima internacional sin precedentes desde Venezuela, acolitada por el círculo rosa del Ecuador. Por eso Chávez ha mostrado nuevamente sus fauces llamando a consultas a su embajador en Colombia, para luego de una “improvisada” reunión con la senadora “Teodora”, terminar por revocar su decisión atendiendo el pedido “noble” de la salvadora de Colombia. ¡Habrase visto mayor montaje y despropósito!

Y aparece entonces en la escena el impúdico senador Dussán haciendo alarde de adalid comunistoide. Se traslada motu proprio hasta el Palacio de Miraflores y se inclina servilmente ante su amo Chávez para implorarle que reanude las relaciones con Colombia, arrogándose las facultades constitucionales exclusivas del Gobierno Nacional de manejar la diplomacia, como si su voz tuviera alguna representación del sentir colombiano, o como si su falta de dignidad fuera la característica de los demás compatriotas.

Entonces se ufanan “Teodora” y Dussán de haber conseguido que el gobierno del coprolálico vecino haya cedido a sus pretensiones. Y posan de salvadores de unas relaciones internacionales tan inestables como el temperamento de su amo; es decir, nos quieren hacer pensar que sin ellos no sólo el conflicto interno será eterno, sino que las dificultades internacionales con los países vecinos izquierdosos sólo se solucionarán con su participación directa. Cuando en el fondo, un diálogo entre Chávez y Teodora; o entre Chávez y Dussán; o entre Chávez y los demás comunistoides criollos; o entre Chávez y las Farc, son la misma cosa: un diálogo entre pares.

Nos preguntamos entonces: ¿por qué tanto alboroto internacional hoy por la presencia de tropas norteamericanas en nuestro país, cuando nunca se habían manifestado en contra de bases militares de Estados Unidos en varios países suramericanos, o la presencia de tropas rusas en Venezuela? ¿Por qué hoy sí es malo para la izquierda colombiana lo que antes pasaba simplemente desapercibido? Pues porque la presencia de tropas estadounidenses en Colombia entrará a reforzar la guerra contra las Farc y contra el narcotráfico que, junto con el secuestro, es la principal fuente de ingresos de sus camaradas del campo. Y por eso tanto alboroto y tanto escándalo; porque la derrota de sus amigos insurgentes será más inminente y, por ende, su propio poder sufrirá un serio revés.

Como materia de su discurso absurdo, anteponen siempre el sentimiento de soberanía y de patria. ¿Dónde queda ese discurso después de oír a Dussán en el Senado de la República hacer una apología de Chávez y Correa, y de mostrarlos como sus aliados e ídolos? ¿No se defiende más la soberanía y la patria consiguiendo ayudas tangibles para derrotar a nuestros enemigos internos, que saliendo ante el mundo a despotricar del país y a tratar de denigrarlo y vituperarlo?

Pretende el PDA, en medio de su paranoia, que no sólo sea el indigno de Dussán quien vaya a hacerle las venias a Chávez y a humillarse ante su prepotencia, sino que se atreve a proponer que el Congreso nombre una comisión oficial para que vaya genuflexa a Venezuela a implorar la benevolencia de Chávez. Y en su intento, pretende además pasar por encima del mandato constitucional para suplantar al Gobierno y desconocer que, quiérase o no, el presidente Uribe representa la Unidad Nacional y los nacionales debemos unirnos ante tanta afrenta de los locos de nuestro lado.

Y esgrime como argumento que nos debemos rebelar en contra del “Imperio Yanqui” y gritarles ¡fuera, fuera, fuera! Entonces, preguntamos: ¿nos tenemos que rebelar en contra del “Imperio Yanqui” y doblegarnos ante las Farc, el PDA y los gobiernos vecinos que acuden al discurso comunistoide para enriquecerse individualmente? ¿Debemos ahuyentar a quienes nos quieren ayudar a ganar esta guerra infame, para caer en las garras de gobernantes que vienen apoyando a nuestros mayores enemigos? ¿Nos tenemos que arrodillar ante estos salvadores de Colombia? ¡No faltaba más!

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