miércoles, 19 de agosto de 2009

Opositores del referendo sufren de amnesia

Por Raúl Lombana Hernández

Eltiempo.com, Bogotá

Agosto 19 de 2009

Causa extrañeza cuando se escuchan los planteamientos de quienes se oponen a la iniciativa popular del referendo que permitiría la reelección presidencial por segunda vez. La voluntad del pueblo colombiano está respaldada en la recolección de más de 5 millones de firmas, las cuales fueron presentadas a la Registraduría Nacional y permitió que se radicara el proyecto de referendo en el Congreso de la República.

Los que se oponen a este mecanismo, que entre otras cosas está contemplado en nuestro ordenamiento jurídico y representa la democracia participativa, han recurrido casi al unísono a decir que esto no es sano para la democracia. Además, sostienen que la concentración de poder en una sola persona es nocivo para el estado. Inclusive, algunos más historiadores, sustentan su argumento recurriendo a frases pronunciadas por el Libertador Simón Bolivar. En fin, todos los opositores, a la voluntad legitima del pueblo colombiano, coinciden en sus posturas. Para algunos, a simple vista éstas parecen ser las que tienen la razón y no la de millones de colombianos que respaldan la iniciativa.

Ahora bien, algunos de los argumentos esgrimidos por los contradictores de la iniciativa popular sólo serían aplicables en democracias y sociedades avanzadas, pero la nuestra, en particular, rompe cualquier esquema sobre el cual se basan algunos académicos para refutar la voluntad del pueblo colombiano.

El caso de Colombia es sui géneris. La democracia colombiana a pesar de las fallas que pueda tener se puede decir que es fuerte y ha sobrevivido a los ataques que se le han hecho desde todos los frentes. Casi ninguna democracia del mundo ha convivido durante décadas con factores perturbadores como la nuestra. El referendo reeleccionista que se está discutiendo en nuestro país es atípico en el continente. El caso colombiano es diametralmente opuesto a las otras discusiones que se han dado en algunos países de la región. Mientras que en los países vecinos, la reelección lo que ha pretendido es cambiar un modelo de estado a través de la imposición de una figura presidencial, en Colombia lo que se está buscando es sostener el modelo de estado consagrado en la Constitución Nacional a través de una figura presidencial que ha impuesto el principio de autoridad.

La razón fundamental que contraría las posiciones hechas por los contradictores del referendo, es que la voluntad popular de buscar otro periodo del presidente a través de las urnas se ha debido al miedo que siente el pueblo colombiano de repetir la horrible noche del pasado. Por mucho que se recurra a la discusión de la inconveniencia de esta figura consagrada en nuestro ordenamiento jurídico, no pueden borrar de la mente de la sociedad colombiana los eventos trágicos y violentos vividos en el pasado.

La reelección presidencial está sustentada en el deseo legitimo que tiene el pueblo en mantener en el poder a la figura que le ha quitado en gran medida el yugo impuesto durante años por los actores armados colombianos. Esa es la verdadera razón que lleva al colombiano del común a no sentirse confiado en otros personajes que se presentan como alternativa.

Algunos sostienen que la reelección presidencial ahoga políticamente a figuras que pueden reemplazar al mandatario. Aún más, sostienen que ésta atenta contra las nuevas generaciones de líderes. Y, algunos van más lejos cuando dicen que el presidente se vuelve un caudillo.

Para refutar el párrafo anterior, sólo hay que decir que Colombia vivió por más de 50 años en un abandono total por parte del estado. La democracia colombiana siempre estuvo ahí, pero la falta de líderes capaces para defenderla de los ataques brutales en su contra fue la constante durante décadas. Por lo tanto, ahora no podemos pensar que la figura que emergió del interior del pueblo colombiano, reestableciendo la libertad y el orden en la república, sea la cuestionada y vilipendiada por aquellos que nada hicieron en el pasado para defender la democracia.

Es bueno recordar la manera cómo muchos municipios del país vivían sitiados y controlados por los grupos ilegales. Los programas sociales del gobierno eran nulos. Los recursos que destinaba la nación para esas comunidades eran recepcionados por estas estructuras para nutrir su poderío. Aún hoy, es increíble recordar cómo comunidades enteras fueron asesinadas y desplazadas por grupos al margen de la ley que pretendían derrumbar la institucionalidad, y los líderes del país no hicieron nada.

También es bueno recordar cómo la democracia colombiana era violentada por las estructuras terroristas afines ideológicos de la izquierda del país. Todavía el pueblo colombiano recuerda la manera cómo los municipios del país eran destrozados sin tregua por aquellos que decían ser los reivindicadores sociales.

La democracia colombiana fue vejada de todas las formas posibles, por eso el colombiano del común se pregunta; ¿Dónde estaba el Estado? ¿A quién le importaba la democracia?

Es bueno recordar lo anterior para controvertir a los que hoy desde la comodidad que les brinda la democracia persisten en aprovecharse de ella.

El referendo es el deseo legitimo del pueblo colombiano, fruto del agradecimiento eterno a la figura que le quitó el yugo de la desolación y desesperanza a millones de colombianos que vivieron con miedo y terror durante años. Ahora no pueden salir los oportunistas de turno a tratar de torpedear la iniciativa popular.

Una cosa es la reelección en países civilizados que nunca han sufrido lo que le ha tocado sufrir al pueblo colombiano por la ineficacia de los líderes del pasado, y otra cosa es la reelección en Colombia en donde el pueblo fue victima de sus propios dirigentes. Éstos, nunca gobernaron para la sociedad colombiana.

Es fácil que traigan ahora a académicos a teorizar sobre lo que ellos consideran una grave afrenta a la democracia, pero olvidando que detrás de la firma de los millones de colombianos está un clamor de un pueblo maltratado durante décadas por parte de los violentos en connivencia con los mandatarios de turno.

¿De qué le sirve a la democracia tener "líderes" en la fila de mando si éstos no llenan las expectativas del pueblo?

Hoy, precisamente se conmemora la muerte de Luis Carlos Galán Sarmiento. 20 años han pasado desde que este líder político fue asesinado y la impunidad en este caso avergüenza. El colombiano del común se pregunta: ¿Dónde estaban los gobernantes de esa época? ¿Por qué no hicieron nada para evitar este crimen?

Para discutir la conveniencia o no del referendo no se necesita ser un analista de pergaminos, sólo basta echar una mirada al pasado para corroborar la ineficacia de los que en ese tiempo tuvieron las riendas de la nación y les importó un bledo la suerte de millones de compatriotas. Hoy, apelando a falsas preocupaciones por la democracia, ellos pretenden engañar a un pueblo que no olvida sus desafueros.

La ñapa: El pueblo colombiano que respalda las iniciativas del gobierno y ha superado la horrible noche vivida por culpa de los aliados de los que hoy se hacen llamar paladines de la justicia, debe aunar esfuerzos para rodear al presidente y hacer valer los millones de firmas recogidas para presentar el proyecto de referendo al Congreso de la República. Es necesario que se tomen todas las medidas que permite el ordenamiento jurídico colombiano para hacer respetar la iniciativa popular.

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