martes, 18 de agosto de 2009

Preguntas cumbres

Por Natalia Springer
El Tiempo, Bogotá
Agosto 17 de 2009

Se las conoce como "Milicias Bolivarinas de Venezuela" y fueron concebidas como un cuerpo de ciudadanos combatientes bajo el comando dicrecto del Presidente de la República, preparado para librar una "guerra de guerrillas". Sin embargo, para todos los efectos, tanto legales como operativos, las 'Milicias Bolivarianas' son una megaestructura paramilitar, y en tal medida, una amenaza continental de enormes proporciones, sobre la que nadie dice nada.

Para que no quepa duda, y como bien se lee en las argumentaciones que soportan la reforma constitucional que dio vía libre a su creación, "las bases milicianas tienen la misión de realizar trabajos de inteligencia antes de las incursiones del ejército a ciudades o puestos policiales. Sus acciones serán efectuadas previa coordinación con el destacamento militar de su zona. El Estado Mayor tiene la tarea de asistir al Comandante General en todas las decisiones y acciones que el ejército realice".

Su sola existencia rinde inútil la especulación alrededor de la capacidad de respuesta de los componentes tradicionales de las Fuerzas Armadas de Venezuela en la eventualidad de un conflicto armado internacional. El ejército, la armada, la fuerza aérea y la guardia nacional suman 140.000 hombres y mujeres en armas aproximadamente.

Mientras tanto, las Milicias Bolivarianas de Venezuela, hoy convertidas mediante reforma constitucional en el quinto componente de las Fuerzas Armadas de Venezuela, avanzan hacia la formación de 200.000 patrullas, que agruparían a 7 millones de personas, bajo una sombrilla ideológica, el 'socialismo revolucionario', y un propósito común, la defensa de este modelo frente a 'fuerzas imperialistas'.

Así, con la 'invasión del imperio' como argumento unificador, Chávez ha emprendido una carrera para armar al país valiéndose de la asistencia de la China, Cuba y Rusia.

Las consecuencias de estos desarrollos no pueden subestimarse. Chávez emprendió un proceso activo de politización de las Fuerzas Armadas, que se profundizo después del golpe del 2002 y que obliga a los militares a afiliarse al credo ideológico chavista; descuidó el marco legal que regula el sector defensa y estructuró el sistema de defensa alrededor de 'regiones estratégicas', que coinciden con las zonas geográficas dominadas por la oposición política venezolana.

Si bien es indispensable que, en el marco de un debate limpio, los líderes latinoamericanos cuestionen el mandato que cumplirán las fuerzas norteamericanas desplegadas en, al menos, 7 bases colombianas y exijan las explicaciones del caso, lo que no es razonable es que no le hayamos preguntado a Chávez por la carrera armamentista con la que se ha empoderado para meterse en cada disputa local y se ha autorizado para permitirles a los iraníes el traslado a nuestro suelo de las secuelas de la confrontación en su región.

Entre las cuestiones que el gobierno colombiano debió presentar en el marco de Unasur y que habrían servido para despersonalizar los problemas y trasladar la discusión al terreno de la política regional, están los propósitos armamentistas de Venezuela y su impacto en la integración regional.

De la misma manera, y si bien el presidente Rafael Correa, del Ecuador, tiene la obligación de defender la soberanía de su país, vale la pena preguntarles a él y al pueblo ecuatoriano si Chávez es vocero o representante suyo o si ha sido avalado para proferir amenazas en su nombre.








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