jueves, 13 de agosto de 2009

Realidades

Por Jorge Garcés

El País, Cali

Agosto 13 de 2009

Si el presidente Correa no sabía quién era ‘Raúl Reyes’ hasta el bombardeo en Angosturas, si ‘Ecuador limita con las Farc’ y si ‘los problemas de Colombia son sólo de Colombia’, el eventual convenio militar con EE.UU. es un asunto interno y soberano de Colombia.

Es curioso que la presencia transnacional de las Farc no sea considerada un peligro o una amenaza para los países vecinos pero la cooperación militar con EE.UU., paradójicamente, sí lo sea. Primero le piden al presidente Obama que intervenga en Honduras y ahora que no se meta en Colombia. ¿Al fin qué? Pero a pesar de todo, el Gobierno Nacional ha reiterado prudente y pacientemente que este acuerdo no afectará la sospechosa insolidaridad de terceros países.

El presidente Uribe sabe que detrás de esas miradas teatrales, discursos bipolares y falsas neutralidades, existe una complicidad histórica de otros jefes de Estado, difícil de probar, con las Farc. Por eso no asistió a la cumbre de Unasur en Quito, porque eso sería como entrar a una cueva llena de lobos, donde quieren domesticar ideológicamente al continente.

Con mayor razón, Colombia no tiene por qué explicar o posponer su eventual convenio militar con EE.UU. o ‘darle un giro radical a su política internacional para ajustarla a la realidad suramericana’, como lo propone el ex presidente Samper, porque éste es un vecindario de realidades y no de una sola realidad.

Si Venezuela hace acuerdos militares con Rusia, Irán, China y gasta US$30.000 millones en armamento; si Brasil hace acuerdos militares con Francia y si Chile es el país con mayor gasto militar de la región, ¿por qué Colombia no puede profundizar su cooperación militar con otros estados?

Pero es un hecho que las relaciones comerciales con nuestro segundo y tercer socio comercial se van a ver seriamente afectadas y aunque el comercio entre los países estrecha los lazos de hermandad, la Seguridad Nacional está por encima del bloqueo y del chantaje económico.

Ahora bien, el reeleccionismo constitucional en América Latina también está afectando a las democracias y a la integración regional. Y una crisis andina como la que estamos viviendo, sólo aumenta la popularidad de los presidentes; genera falsos nacionalismos; encubre los problemas internos; fabrica enemigos inexistentes; oxigena a las Farc y olvida que el éxito del ‘socialismo del Siglo XXI’, depende de que el capitalismo no se muera.

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