lunes, 10 de agosto de 2009

Somos un modelo de paz y prosperidad para Colombia

Por Gabriel Silva

Bogotá, agosto 6, 2009

(Palabras del Gerente General de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Gabriel Silva Luján, ante el Congreso Extraordinario de Cafeteros)

Amigos y colegas cafeteros. Aunque me corresponde institucionalmente entregar a Ustedes un informe de las actividades y resultados del trabajo de estos últimos años, quiero aprovecharme de su generosidad para ir un poco más allá. Quiero hablarles del corazón, compartir mis sentimientos, abrirles mi alma. Y lo hago porque este encuentro trasciende el carácter solemne que tienen siempre las deliberaciones de nuestro órgano máximo. Este Congreso es además un encuentro de familia. Es una reunión de amigos, de hermanos, de compañeros. Los lazos que hemos tejido ya son tan fuertes como los de sangre. Es como esa hermandad indisoluble que se crea en el campo de batalla. Es la solidaridad que se forja en la lucha por construir un sueño común. Por eso no puedo simplemente compartir unos datos, resaltar unos programas o hacer referencia a éxitos y fracasos. Todo eso está bien y es necesario. Pero hoy, en esta ocasión, no es suficiente. Para una vida que ha tenido como consigna servir, hoy es el día más importante por lo que dejo y por lo que asumo.

En medio de la peor crisis de la historia del café, Ustedes los voceros legítimos de los caficultores me dieron el honor más grande. Casi sin conocerme, confiaron en mis palabras, me miraron a los ojos y reconocieron el deseo inmenso de servirles. Casi sin conocerme, depositaron en mis manos sus angustias. Casi sin conocerme, me entregaron la orientación de esta institución que ha sido su patrimonio. Y cuando quinientas mil familias comprometen su presente y su futuro, no hay otro camino que entregarse con todas las energías, con toda la pasión, con todas las fuerzas y dedicación. Solo así podía yo corresponder a ese gesto de confianza. Eso, con los errores y los aciertos, es lo que he tratado de hacer cada segundo, cada instante.

Entendimos nuestra misión no como un quijotesco empeño individual. La tarea que nos propusimos fue convocar a la dirigencia, a los funcionarios, a las mujeres y hombres del café en la construcción colectiva de un nuevo destino. Por eso recorrimos el país cafetero escuchando, aprendiendo. Llegamos a lugares nunca visitados. Nos propusimos ir hasta los cafetales para sembrar la semilla de la esperanza.

La verdad eso no es tarea difícil cuando se tiene como pilar, como fundamento, una institución de la magnitud histórica y de las dimensiones sociales de la Federación de Cafeteros. Quiero dar testimonio ante este Congreso pero sobre todo ante el país de lo que representa nuestra organización. Podría escribir miles de hojas de lo que se ha conseguido para el progreso del país y el bienestar de los caficultores pero quizás hay una forma sucinta de expresarlo. Se trata de la organización de acción colectiva y de construcción de bienestar más grande, más eficaz, más sensible socialmente, más participativa y democrática del país y del mundo cafetero. Somos un modelo de paz y prosperidad para Colombia. Tenemos el derecho a sentirnos orgullosos, a llevar nuestra frente en alto. Desde las veredas más remotas hasta el corazón de la Patria, la Federación se merece una cerrada ovación.

Amigos cafeteros, han sido siete años de construcción conjunta. No puedo hablar de resultados sin reconocer a sus gestores. Aquí, a diferencia de otras latitudes, no funcionan los caudillismos ni los tiranos. Aquí el gerente es de verdad uno más de una cadena integrada de acción y liderazgo. A los gerentes, a los directores ejecutivos, a los funcionarios, a los científicos, a todos los empleados, al servicio de extensión, a todos, desde aquellos que manejan las decisiones más críticas hasta quienes nos atienden y protegen en el día a día, muchas gracias por ese compromiso y esa dedicación. Fueron la columna vertebral de los avances de estos años, pero ante todo fueron todos colegas leales y solidarios. Muchas gracias de corazón.

La magia que explica la efectividad de nuestra organización, su gran secreto, es ese profundo carácter democrático y representativo. Desde los grupos de amistad en la vereda hasta el Comité Nacional, pasando por los 350 comités municipales y los quince comités departamentales, todos y cada uno de nuestros líderes y dirigentes son héroes que sacrifican su bienestar, su comodidad, su tranquilidad e incluso hasta su vida, por interpretar las necesidades de los cafeteros. Si algo se ha hecho bien es porque Ustedes nos han manifestado con claridad el mandato de la familia cafetera. Cuando las cosas han salido mal es porque se ha dado la espalda al sentir colectivo. Y voy a recordar una expresión que conocen mis colaboradores: éxitos colectivos, fracasos individuales. Por eso congratulémonos todos por lo que se ha logrado juntos, pero también asumo mi responsabilidad sobre todo aquello que no floreció.

A la Señora Presidente del Congreso Extraordinario, Doña Leonor Contreras de González, gran dirigente y amiga personal, le digo: se ha excedido en generosidad. Y aprovecho para confesar que sí es cierto que pedí que Usted estuviera a mi lado hoy. No solo por el inmenso afecto que le tengo a Usted y a su departamento, sino para simbolizar también la admiración, el acatamiento y el respeto que nos inspira la mujer cafetera. La caficultura es hoy diferente porque las mujeres llegaron a la dirección y a la dirigencia. Y si me permiten sembrar un sueño, ojalá que en las próximas elecciones cafeteras las mujeres tengan su propia cédula institucional para que participen al lado de sus maridos, de sus hombres, como socias de la empresa familiar, en la definición del rumbo de nuestra Organización. Eso cerraría con broche de oro el ciclo de democratización y apertura que iniciamos hace siete años.

Doña Leonor, Usted ha hecho un recuento de nuestro recorrido al que sería difícil añadirle más. Confieso que me ha hecho sonrojar. En los afanes de mirar hacia adelante, en las angustias del día, a veces se le olvida a uno la trocha que no se volverá a transitar. No soy persona que se regodee en los triunfos del pasado. Incluso se burlan mis colaboradores cuando les digo que no hay nada más decadente que la nostalgia. Avanzar siempre ha sido la consigna. Por eso me cuesta trabajo hablar de logros pasados o de desafíos superados. Hoy se que es mi obligación estatutaria. Por eso, Señora Presidente, pido su licencia para entregar a todos los delegados el informe de gestión que aprobara ayer el Comité Nacional de Cafeteros, y se me permita concentrarme en aquellos asuntos que en mi modesta opinión tienen una dimensión que trasciende los asuntos más cotidianos que en otras ocasiones son los que nos convocan.

A veces lo más intangible, lo menos material, es lo más valioso. El amor, el coraje, el honor, la decencia, la entrega, son ejemplos de esas cosas que aunque no tengan precio representan el más grande de los patrimonios. Y si hay algo que hemos logrado en estos años es recuperar precisamente el respeto y el reconocimiento de la sociedad colombiana hacia los cafeteros, hacia la caficultura, hacia nuestra Organización. El país se ha reconciliado con su café. Hoy somos otra vez una fuerza viva y decisiva en la construcción de los destinos de la Patria. Hoy somos socios del progreso de la Nación. Nadie cuestiona hoy nuestra legitimidad.

En el corazón de nuestra Organización está la parafiscalidad. Es decir ese instrumento genial que diseñaron los ancestros hace ochenta años y que es ejemplo mundial. Conceptualmente, a pesar de los cientos de escritos necesarios y eruditos, es bastante sencillo. Es un pacto fundamental donde todos aportan para construir los bienes públicos que ninguno individualmente podría generar. En una caficultura de gente no de máquinas, de pequeños labriegos, de propiedades que más que fincas son un jardín, de diferenciación y calidad, no hay espacio para el egoísmo. La expresión práctica de ese pacto fundamental de solidaridad es el Fondo Nacional del Café. Sin parafiscalidad no hay organización, sin organización no hay caficultura. La verdadera ventaja competitiva de la caficultura es nuestra Organización, sin ella los cafeteros estarían huérfanos, a la deriva, a merced de la crudeza de la globalización y las lógicas perversas del comercio de productos básicos.

Y efectivamente el Fondo estaba amenazado, incluso a riesgo de desaparecer. No solo por las protuberantes debilidades financieras. Existía una debilidad estructural. Me refiero a una contribución cafetera que asumía que los ahorros de los cafeteros estaban mejor guardado en las arcas institucionales que en sus propios bolsillos. En épocas de precios internacionales controlados o de devaluaciones competitivas simplemente el aporte de los cafeteros se diluía y no se sentía el sacrificio. En el mercado libre y en un entorno cambiario abierto la cosa era a otro precio. La legitimidad de la parafiscalidad estaba amenazada no solo frente a la sociedad sino frente a los propios caficultores.

Era indispensable construir un esquema de contribución aceptado, que no fuese confiscatorio, que fuese suficiente, predecible y neutral. Desde diciembre del 2002 y en sucesivas instancias legislativas con el apoyo del Gobierno Nacional se fue creando un esquema que ya se ha convertido en permanente donde la contribución está tasada en niveles que aplauden los propios caficultores. Fue emocionante ver cómo la dirigencia cafetera en pleno se desplazó al Congreso de la República a solicitar que, a diferencia de lo que pedían un puñado de riquitos, se mantuviera la contribución; era el pueblo pidiendo que se pagara el impuesto. Históricamente es un precedente mundial. Los nobles con sus arcas saturadas desmontando los bienes públicos para hacerse más ricos, el pueblo cafetero pidiendo la acción colectiva. El Congreso oyó al pueblo. Hay que agradecer a los legisladores y al Gobierno.

El Fondo también requería una profunda reingeniería. En justicia hay que reconocer que el ahorro de los cafeteros se volvió el margen disponible de inversión del Estado. A los cafeteros se les convocó a construir el país y a responder por las obligaciones del Estado en sus regiones. En ese proceso el Fondo amplió cada día más su portafolio y su ámbito. Ahora el Fondo opera bajo un férreo principio, primero el caficultor, después lo demás. Esa reingeniería llevó a una estrategia financiera para valorizar activos y disponer de ellos, al mismo tiempo que se minimizaba las eventuales contingencias asociadas a una extendida presencia empresarial.

Algunos ejemplos. La reestructuración de Avianca que salvó la aerolínea bandera y siete mil empleos, le ahorro contingencias al gremio por ochocientos millones de dólares y además nos quedó platica. La venta de Cafesalud, ahorrándonos las comisiones de las bancas de inversión, y antes de esa avalancha caótica de obligaciones que le ha impuesto la jurisprudencia al sistema de salud. O la venta de la Agrícola de Seguros al múltiplo más alto de transacción alguna en América Latina.

Se, mi querida Señora Presidente, que algunos temas de estos son abstrusos pero la verdad es bueno que queden consignados ante este magno escenario, es fundamental para la memoria institucional. Hoy la Federación y sus comités departamentales hacen diez veces más que hace siete años. Y la generación de valor se ejemplifica de manera muy sencilla. Los gastos de la Organización son cerca de una cuarta parte -en términos reales- que los que se observaban a comienzos de la década.

Y hay un asunto adicional que es igualmente profundamente conceptual y filosófico. Antes, la Federación y los cafeteros sustituíamos al Estado, ahora somos los mejores socios para ejecutar la política cafetera y la política social rural. Antes el país acumuló una deuda con los cafeteros, en estos siete años se ha empezado a pagar gracias al liderazgo del Señor Presidente y de su Gobierno. No tengo reserva alguna en exaltar ante los cafeteros de Colombia la labor de los ministros Oscar Iván Zuluaga, Alberto Carrasquilla, Roberto Junguito y Juan Manuel Santos.

De los ministros de agricultura en especial Carlos Gustavo Cano, Andrés Arias y Andrés Fernández, de los Directores de Planeación, en cabeza de Santiago Montenegro y sus sucesores la doctora Carolina Rentería y Esteban Piedrahita. Jorge Humberto Botero y Luis Guillermo Plata, Ministros de Comercio Exterior, los Asesores Cafeteros y de todos los funcionarios que aportaron su sabiduría y convicción para construir una política cafetera que es hoy una estrategia de Estado.

Hoy la Federación no solo es la ONG rural más grande del mundo sino que además es una de las que se ubican en los primeros cinco lugares como ejecutora de inversión social con recursos de terceros. Para ilustrar la magnitud de lo que se está haciendo, basta con señalar que la Organización está ejecutando este año el equivalente a un millón de dólares diarios en inversión social. Al mismo tiempo se ha duplicado el patrimonio del Fondo Nacional del Café y se tiene liquidez en caja equivalente a 700,000 millones de pesos.

Advertí Señora Presidente que no iba a dejarme tentar por las cifras y los datos. Algunos son inevitables. Cómo no recordar que este Congreso en diciembre del 2002 analizó con detenimiento y luego respaldó con entusiasmo la política de valor agregado. Hoy algo que hace parte del lenguaje de la Organización era un concepto remoto. Muchos analistas han dicho que solo se progresa cuando se pasa de exportar materias primas a generar valor agregado. Por eso se lanzó la estrategia de Juan Valdez, que no solo son las tiendas sino el contacto directo con los consumidores en todas las ocasiones de consumo. Más de cuarenta millones de visitantes han ingresado a las tiendas Juan Valdez, un tercio de las exportaciones de café de Colombia salen con valor agregado, el ingreso de los caficultores se incrementó en estos años en más de quinientos millones de dólares por esa estrategia.

Y esto fue posible porque los cafeteros por décadas invirtieron en un patrimonio marcario que ahora es el fundamento de esa estrategia. Marcas y nombres que no generaban un peso hoy significan ingresos acumulados para el Fondo del orden de los quince mil millones de pesos. Pero más importante aún, la Organización enfrentó el desafío de piratas y mercenarios que querían expropiar y privatizar los activos de los cafeteros. Fue una pelea ardua pero triunfó la justicia. Se reconoció que el patrimonio marcario del Fondo es de los cafeteros y para los cafeteros. Hay muchos héroes de esa batalla. Para todos ellos pido un aplauso.

El patrimonio intangible y la propiedad intelectual de los cafeteros son un activo tan valioso como el Fondo o los propios cafetales. En todos los rincones hay que dar la batalla para defenderlos. Gracias a la denominación de origen, la primera de un país en desarrollo en Europa, esto hoy es más fácil.

El éxito de la caficultura colombiana en el siglo XXI tiene tres nombres, calidad, diferenciación y productividad. El Programa de Competitividad y el Plan de Permanencia, Sostenibilidad y Futuro nos garantizan que la totalidad de la caficultura estará renovada en los próximos años. Más importante aún los caficultores más pobres serán los más beneficiados. Defenderemos nuestra participación en el mercado mundial con una producción de 17 millones de sacos en el año 2014. Para lograrlo hemos triplicado el tamaño del servicio de extensión, que es un ejército de camisetas amarillas que construye la paz en todo el territorio cafetero.

Otra revolución menos visible es la de los nuevos instrumentos de manejo del riesgo para el caficultor y para la generación de capital de trabajo. En asocio con el Ministro de Agricultura y del Gobierno, tenemos los recursos y los instrumentos para que el caficultor tenga un ingreso remunerativo garantizado. Además la venta a futuro ha permitido garantizar los momentos de buenos precios y el fertifuturo ha llevado a un incrementado en 20 % la aplicación de fertilizantes. El nuevo nombre de la garantía de compra es el manejo del riesgo.

La crisis de comienzos de la década excluyó a los cafeteros del sistema financiero. Gracias a la cédula cafetera inteligente, la reestructuración, el PRAN y la normalización de las relaciones con la banca hoy los cafeteros vuelven a ser sujetos de crédito. Para el futuro de la caficultura no existe desarrollo científico más importante que la investigación del genoma del café y la broca que viene realizando CENICAFE. En fin son tantas cosas, tantas memorias, tantos avances, que de verdad no es posible dar testimonio de todo lo que hace esta maravillosa institución.

Esta ocasión me ofrece una oportunidad especial. Me permite hacer un reconocimiento de gratitud público y de corazón. Como los cafeteros, yo soy un hombre de familia. A mis hijos Juliana, Santiago y Gabriel, al igual que a su madre, por la paciencia y la tolerancia que tuvieron para soportar las ausencias y las horas y horas de trabajo que transaron a la fuerza por momentos que hubieran sido más amables.

A mi padre modelo de rectitud y serenidad, a mi madre que hoy me acompaña con mis hermanas y hermanos, que son ocho como buena familia santandereana, gracias por la educación y sobre todo por la solidaridad y el ejemplo.

A Mariana por su valentía porque a pesar de conocer los desafíos, ha decidió estar a mi lado como la mujer de mi vida.

A mis colaboradores, disculpas por las exigencias, las debilidades y los sacrificios. Sin Ustedes nada hubiera sido posible.

Veo aquí en el auditorio a mis nuevos colegas. Es un gesto de camaradería que agradezco. Arrancamos con el pie izquierdo, y para que no se asusten es que ustedes los civiles no saben que así es como se marcha correctamente.

Gracias a todos los cafeteros, iniciando por Ustedes su dirigencia, por el privilegio de servirles. En cada ocasión intente hacer lo mejor, busque ser un amigo, luche por dar lo mejor. Ustedes a veces me agradecen por una labor, por una gestión, por un resultado. Eso es generosidad. Nadie ha sido más feliz que yo. Ustedes me dieron la oportunidad de ser importante, que es algo que no me interesa, del fondo de mi alma les agradezco la posibilidad que me brindaron de aportar, de soñar, de ser relevante. Eso será siempre inolvidable.

Muchas Gracias.



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