lunes, 8 de junio de 2009

Perdamos tiempo con Fidel Castro, pero viatiquemos

Por Juan David Escobar Valencia

El Colombiano, Medellín

Junio 8 de 2009

Rayando con el absurdo y consistente con un historial de toneladas de saliva en discursos llenos de "indignación fingida", pero con cientos de miles de dólares en viáticos, resultó la anterior reunión de la OEA en la que el revolucionario bolivariano y sus parásitos promovieron la revocatoria de la decisión de expulsión de Cuba de este organismo, advertidos de que el beneficiario no estaba interesado en ello.

Me imagino que en el ejercicio diplomático sea bien visto que una de las partes ceda para motivar un arreglo, y que para no parecer un troglodita, uno termine acogiéndose con otros a ese tipo de señales, así se traicionen los principios. Pero cuando la contraparte está jugada desde hace décadas y para ella llegar a un acuerdo es un signo de debilidad y traición a sus "concepciones infalibles", estos ejercicios de bondad se convierten en demostraciones de estupidez complaciente y falta de carácter.

Si el espectáculo fue lamentable, la argumentación de sus promotores fue realmente patética. Decían que la "injusta" expulsión cubana se dio en el escenario de una guerra concluida hace dos décadas, lo que la hacía anacrónica y exigía un cambio de la OEA. Pero ¿qué conveniente que a una de las partes se le exija que cambie, pero la otra parte no tenga ninguna obligación? Se le olvida convenientemente a esa dirigencia política mamerta que abunda para mal de este subcontinente olvidado hasta por ellos mismos, que quien tenía que cambiar de forma evidente era el régimen cubano, régimen que no desapareció a pesar de su fracaso, pero que esperamos que la biología, aunque demorada, se encargue de redirigirlo a la capa vegetal.

¿Cómo es posible que esa dirigencia tirapiedra de los 60 que hoy está en el poder, siga defendiendo un tirano que ha hecho de su pueblo la víctima de un malogrado experimento que solo su clon bolivariano se empeña en replicar?

Nadie discute que hay mucho por hacer y pronto, pero no condenar la fórmula de Fidel con la firmeza que exige la solución y aceptar una tibieza disfrazada de imparcialidad intelectual que incita al vómito, es una vergüenza.

¿Es inaceptable que esa plaga de ideologizados fracasados que ahora se refugian en la academia, "camuflados" como profesores, o viajando en aviones presidenciales, sigan engañando incautos diciendo que la revolución cubana es un éxito, pues sacó al pueblo del analfabetismo, pero sin decir que ello era para que leyeran exclusivamente lo que Fidel decía. Que su sistema de salud, sin duda con logros hace unas décadas pero ahora en franco deterioro no publicitado, lo que permitió fue que los cubanos no se desmayaran, aun con hambre, en los eternos discursos de su líder a los cuales eran obligados a asistir. Que el alto nivel de educación del pueblo cubano, no fue el instrumento para el progreso sino una herramienta de frustración, al terminar todos estos capacitados en la URSS, como choferes de lancha o prostitutos para turistas. Que la Cuba de Fidel es digna porque no se arrodilló al imperialismo yanqui, pero no dicen que se entregó a otro imperialismo y que sirvió a sus intereses como sitio de lanzamiento de misiles, que mandó soldados a matar gente a varios países y cuidó, alivió y patrocinó guerrillas asesinas en países como el nuestro.

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