miércoles, 5 de agosto de 2009

Alianza militar con EU

Por Samuel Azout

El Heraldo, Barranquilla

Agosto 5 de 2009

Una alianza es un acuerdo entre dos o más organizaciones o personas hecho con el fin de avanzar objetivos e intereses comunes. Personas naturales, empresas privadas, ONG, fundaciones privadas, colegios, universidades y hasta organizaciones religiosas utilizan alianzas para mejorar las eficiencias y eficacias de sus gestiones. Lo mismo hacen los gobiernos para asegurar el desarrollo de sus pueblos.

El reciente anuncio del gobierno del presidente Uribe sobre una alianza militar entre Colombia y Estados Unidos para operar tres bases militares en territorio colombiano ha causado gran revuelo en el vecindario. En particular, el presidente Chávez ha dicho que revisará las relaciones con Colombia a raíz de este acuerdo, porque son “una amenaza para Venezuela y le abren las puertas a quienes preparan nuevas agresiones contra nosotros”.

Esta desmedida reacción del presidente Chávez, quien además manifestó que “…este es un paso más en el deseo de EE.UU. de invadir Venezuela para apoderarse de su riqueza petrolera…”, demuestra su condición de paranoico esquizofrénico.

“Vamos a traernos varios batallones de tanques (...), por lo menos el doble... la infantería, la artillería”, declaró Chávez, en su programa nocturno de radio y televisión ‘Aló Presidente’.

Demostrando independencia ante las pataletas de Chávez, el Gobierno colombiano está obrando bien.

La seguridad es y debe seguir siendo parte importante de nuestra estrategia de desarrollo. Sin seguridad no hay inversión, sin inversión no hay empleo, y sin empleo no hay desarrollo. El acceso a equipos de alta tecnología y prácticas modernas de inteligencia le permitirán a nuestras Fuerzas Armadas atacar el narcotráfico y la guerrilla, factores que han privado a nuestra sociedad de mayor crecimiento económico y social.

El fortalecimiento de la alianza con EE.UU., además de fortalecernos con conocimientos y tecnología militar, aumentará la confianza entre ambos países. Esta confianza podrá contribuir a la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC), abriéndoles las puertas del mercado más grande del mundo a miles productos colombianos.

La presencia de equipos y personal técnico norteamericano puede ahorrarle miles de millones de pesos al fisco colombiano. El presupuesto anual de Defensa en Colombia es de aproximadamente 18 billones de pesos, lo que equivale al 14,0% del PGN (Presupuesto General de la Nación). En vez de gastar en costoso armamento militar, utilizaríamos los equipos de los norteamericanos, liberando así recursos para invertir en educación, salud y vivienda.

Los norteamericanos no tendrán unidades operando como ruedas sueltas en el país, ni participarán en actividades de confrontación. Su labor se limitará a cooperación técnica bajo los principios constitucionales colombianos y el Derecho Internacional. La presencia de los norteamericanos no representa ninguna amenaza para los países vecinos, tema que quedará explícito en los acuerdos. Como dijo el presidente Uribe, “Nosotros combatimos a los terroristas, no agredimos a los gobiernos ni a los pueblos.”

Los críticos argumentan que esta política es una intromisión extranjera y atenta contra nuestra soberanía. Todo lo contrario; esta medida protege nuestra soberanía de las mafias del terrorismo, el narcotráfico y organizaciones hostiles a nuestra democracia. La encuesta de la firma Yanhaas revela que el 59,5% de los colombianos apoyan la presencia militar norteamericana en las bases de Apiay, Malambo y Palanquero. El Gobierno ha interpretado bien el sentir de los colombianos.

Los gobiernos de Chávez y Correa han sido cómplices de las Farc. Esto lo demuestran el computador de Reyes, los discursos del Mono Jojoy y las armas suecas en poder de la guerrilla. Informes desde EE.UU. dan cuenta de la creciente colaboración entre los narcotraficantes y la Guardia Nacional Venezolana. No podemos dejarnos intimidar por los regímenes regresivos de nuestros vecinos, cuyos propósitos son los de arruinar nuestra tradición liberal y democrática para exportarnos sus prácticas autocráticas, tiránicas y opresoras.

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