miércoles, 5 de agosto de 2009

La gira de la dignidad

Editorial

La Patria, Manizales

Agosto 5 de 2009

La firme decisión del presidente Álvaro Uribe de iniciar una gira relámpago por el sur del continente para dialogar de manera directa con homólogos de distintas naciones, diferentes a los de Ecuador y Venezuela, y explicarles los alcances del acuerdo soberano para que Estados Unidos (EE.UU.) utilice bases militares de Colombia, es un acto de defensa de la dignidad nacional ante la agresión permanente de gobiernos que dicen ser hermanos.

Hizo bien el Gobierno Nacional en marginarse de la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que se realizará el próximo lunes en Quito, y de la que es socio. La explicación ante esa negativa es totalmente válida pues no se puede asistir a un escenario no neutral donde los nombres del país y de su legítimo Presidente sean atacados con una verborrea constante, todo porque se tienen diferencias ideológicas o se guarda un enorme resentimiento por un ataque a un campamento guerrillero que ya pasó y del que se dieron las explicaciones del caso.

Además resulta injustificable viajar a ponerle la cara a una camarilla de contradictores y enemigos de Colombia, como lo son Rafael Correa, de Ecuador, y Hugo Chávez, de Venezuela, ambos amigos personales y socios comunes, para que denigren más de nuestro Jefe de Estado en un mismo escenario y de paso le exijan explicaciones de lo que no está obligado a esclarecer, pues son asuntos de exclusivo interés nacional frente a amenazas serias y reales como el narcotráfico y el terrorismo.

Tampoco tienen autoridad moral para hacerle exigencias a Uribe quienes hoy están en el ojo del huracán por las relaciones inexplicadas de miembros de sus gobiernos con las Farc, como lo han demostrado a través de tantas pruebas informes de inteligencia y de prensa revelados, así como documentos encontrados en computadores decomisados al grupo insurgente en uno y otro golpes propinados.

Y si de desfachatez hay que hablar, pues qué decir entonces de lo hecho por Venezuela y por su vociferante presidente Hugo Chávez, quien no contento con armar un show por el acuerdo de cooperación militar con EE.UU., al que califica de amenaza contra su país, decidió cerrar la frontera a toda actividad entre ambas naciones e ignorar acuerdos comerciales preestablecidos.

Se queda Chávez en lo que llama su legítima defensa ante la posible “agresión del imperio”, razón suficiente para pedir que Colombia explique con detalles los alcances del acuerdo militar con los gringos. Sin embargo no da respuesta a las peticiones de Colombia ni de Suecia sobre el hallazgo de lanzacohetes que este último país le vendió y que siendo su responsabilidad fueron encontrados en un operativo contra un campamento de las Farc en el departamento de Meta.

Pero no todo para ahí pues el explosivo ex coronel golpista y su séquito de áulicos arrecian críticas contra el acuerdo de cooperación militar colombo-estadounidense sin darle explicaciones a nadie sobre el real alcance de sus convenios militares con Irán y Rusia, los cuales incluyen el uso o aprovechamiento de energía nuclear. ¿Ante eso que dirán los países de Unasur? Malo es si Colombia hace acuerdos con Estados Unidos, pero bien si los hace Venezuela con Rusia. Qué doble moral la del vecindario.

Por todo lo anterior es que se debe respaldar la decisión de Uribe de adelantar una gira silenciosa (sin declaraciones a la prensa, sin improperios y con apego a la diplomacia) para indicar en qué consiste su acuerdo de cooperación militar con el gobierno de Barack Obama. Ojalá los países de tendencia socialista, pero moderados, de Chile, Paraguay, Argentina y Brasil, los más importantes de la región, entiendan sin sesgos ni interferencias externas la necesidad de que la potencia mundial nos apoye para poder seguir luchando contra el temible cáncer que desarrollaron juntos las Farc y los narcotraficantes, con la ayuda de otros más.

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