Por Teodoro Petkoff
Tal Cual, Caracas
4 de agosto de 2009
Todavía seguía cayendo lluvia radiactiva de la bomba atómica lanzada por la Fiscal con su Ley Maldita, cuando el gobierno, al día siguiente, cerraba 34 emisoras de radio y aprobaba en la Asamblea Nacional la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE). Todo conduce a pensar que la Ley Maldita será aprobada sin cambiarle una coma. Porque la brutalidad de la "ofensiva" oficialista, más que para intimidar y/o desmoralizar a los sectores opositores, está dirigida, literalmente, a aterrorizar a sus propios sectores más moderados.
El gobierno está apuntando a encerrar en un anillo de hierro el ejercicio de todos los derechos civiles, políticos, económicos y, en suma, meramente humanos que, en principio, nos garantiza la Constitución Nacional. La suma de leyes aprobadas y por aprobar conforma, prácticamente, una nueva Constitución, muy diferente a la "vigente". En vista de que fracasó la pretensión de Chacumbele de lograr la aprobación de los venezolanos para su proyecto de reforma constitucional, lo está intentando por la vía hitleriana de hacer aprobar leyes que van en el sentido de la reforma negada.
Alguna gente nos pregunta por qué atribuimos más peso a la inspiración hitleriana que a la comunista o marxista-leninista en la conducta de Chávez. Porque los comunis tas, donde quiera que alcanzaron el poder, desde el principio, salvo una efímera primavera, establecieron la dictadura y las reglas de juego. En materia de libertad de expresión y de prensa, de una vez dijeron: "Aquí no hay más voz que la nuestra". En el caso de Hitler, este ganó las elecciones en 1933, dentro del marco de un Estado democrático, y ya en marzo de 1934 pidió y obtuvo del Reichstag una Ley Habilitante que de allí en adelante, a punta de decretos-leyes, le permitió, "legalmente", destruir el Estado democrático y sustituirlo por uno totalitario. Es el proceso que ha seguido Hugo Chávez --sin que con esto pretendamos decir que es nazi en cuanto a filosofía política, pero sí un aprovechado discípulo en cuanto a la utilización de toda clase de martingalas supuestamente legales para liquidar el Estado democrático, desde la cabeza de éste, es decir, desde el gobierno.
Por otra parte, casi nadie se dio cuenta de que en su discurso de toma de posesión, en 1999, Chávez mencionó a Hitler, dentro del contexto del anuncio de la convocatoria de la Constituyente, alertando que ésta no debía ser enredada en la "trampa constitucional", tal como los republicanos de Weimar habrían podido hacer con los designios del Führer, si éste lo hubiera permitido.
Ahora bien, ¿diez años después, esta conducta es una demostración de fuerza? No. Son actos de fuerza, porque la tiene en lo institucional y militar, pero no demuestran fortaleza sino la aprensión de quien sabe que la base popular se está derritiendo y que es "ahora o nunca". O nos doblega ahora o ya no lo podrá hacer jamás. El balón está en el campo de quienes no queremos vivir en una sombría sociedad totalitaria.
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