Por Antonio de Roux
El país, Cali
Agosto 17 de 2009
En primer lugar el vecino aclaró que no considera terrorista a la guerrilla colombiana, llegando a expresar: “Y sobre las Farc ningún país de Suramérica dice que son terroristas. Yo no soy el único. Ponen bombas y cometen actos de guerra pero son insurgentes”. Aquí el comandante Chávez incurre en una ignorancia maliciosa de la realidad para absolver a la guerrilla del señalamiento como terroristas. Ese cargo no proviene de un capricho del Gobierno y de la sociedad colombiana, sino que surge de su prontuario interminable en materia de secuestro, extorsión, desplazamiento forzado, reclutamiento obligado, colocación indiscriminada de bombas, producción y tráfico de narcóticos y mucho más. Al ignorar estos crímenes el chafarote venezolano persigue otro propósito. Si las Farc no son terroristas sino meros insurgentes, pueden aspirar al reconocimiento internacional, mantener representaciones en otros países, movilizar recursos para su causa. En este caso
En segundo lugar Hugo no dejó duda sobre el papel como consejero y árbitro que le corresponde en el ámbito de la subversión colombiana. Así, sin ningún rubor, se atrevió a reconocer: “Gabino me dijo que hacía muchos años no dialogaba con las Farc, y me pidió que los reuniera. Estaban tratando de arreglar la matanza entre ellos. Las Farc le declararon la guerra al ELN y Gabino me dijo que a veces habían sufrido más bajas de las Farc que del Ejército”. Salta a la vista que tal tipo de intervención no obedece a motivos filantrópicos, a razones humanitarias para paliar el encono contra la población civil. Chávez tan sólo desea que sus comunes amigos paren de debilitarse en rencillas vacuas, y mantengan incólume su capacidad de fuego contra aquello que los cuadros bolivarianos denominan “instituciones burguesas colombianas”.
Por último, el dueño de Venezuela se refiere al acuerdo sobre asistencia militar con los gringos en los siguientes términos: “Es ingenuo pensar que los aviones se van a limitar al territorio de las bases. Van a volar libremente. Ni la misma Colombia controlará las rutas, los horarios, las misiones. La información va a ser secreta y van a gravar en territorio venezolano. Van a estudiar nuestras vulnerabilidades. Van a sembrar cizaña, y me van a acusar otra vez de que yo apoyo a la guerrilla”. Las preguntas aquí no se hacen esperar: ¿Qué oculta Chávez? ¿Por qué le resulta tan grave que otras naciones distintas a las del Alba puedan mirar dentro de su territorio?
La respuesta a estos interrogantes puede estar en que la sofisticada vigilancia aérea, ejercida por los gringos sobre territorios propios y aledaños, dejará al descubierto la permisividad y el eventual apoyo de Chávez a la guerrilla colombiana. Aparecerán campamentos, movilizaciones, concentraciones de pertrechos, se harán evidentes las rutas clandestinas. El Coronel está a punto de quedar expuesto.
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