Por Eduardo Herrera Berbel
El Colombiano, Medellín
Julio 31 de 2009
El Gobierno ha dejado en claro, también, que por ahora no es necesaria la participación de delegados de la comunidad internacional. Su pronunciamiento es conciso y no da pie a interpretaciones sesgadas. El Gobierno lo que ha hecho es conceder sin ceder, como un gesto de carácter humanitario. Por eso, la autorización tampoco significa una mediación de la senadora Córdoba.
Por su parte, las Farc tienen en curso una hábil jugada política de desinformación. Eluden su responsabilidad ante el inhumano cautiverio de un grupo de colombianos y le expresan a la senadora Córdoba: "recibimos con expectativa la autorización que le otorgó el gobierno para, llegado el momento del canje, recepcionar los militares y policías que mantenemos en condición de prisioneros de guerra" . Queda claro que sólo buscan que el Gobierno se desgaste, rectificando el alcance de su autorización que desde luego, no contempla algún tipo de negociación, de canje o de acuerdo nacional.
Como están las cosas, el Gobierno no cederá en el tema del canje porque desde todo punto de vista, es un imposible moral y jurídico. Con claridad meridiana, se entiende que las implicaciones políticas del canje en lugar de acabar la guerra, la prolongaría.
En consecuencia, debemos permanecer alerta para no caer en el sofisma del propósito altruista de la liberación unilateral ofrecida. Estas liberaciones tienen un gran contenido mediático que se pueden convertir en un chantaje para presionar el canje, rechazar el pedido presidencial de la liberación de todos los secuestrados y buscar mantener activo un escenario internacional humanitario para las Farc.
En las últimas horas, se ha conocido una nueva comunicación de las Farc a los CCP, en cuyo texto invitan a trabajar por un acuerdo nacional de paz, a construir una alternativa que privilegie la paz e instrumente una tregua bilateral, sin mencionar ni tener en cuenta al Gobierno nacional como interlocutor legítimo. En esta forma, las Farc persisten en su monólogo epistolar con los CCP, en su intento por mantener un diapasón que divulgue sus planteamientos en busca de reafirmar su objetivo político, como antesala del debate electoral de 2010.
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