Editorial
El Colombiano, Medellín
Agosto 3 de 2009
En términos más directos, el de Venezuela es un mercado tóxico. Tiene riesgos cambiarios con un dólar paralelo que triplica el oficial. El tipo de cambio administrado, cada vez se usa más para arbitrar manejos de influencias e ingresos por corrupción. Tiene barreras de regulación para obtener los pagos de exportaciones o el retiro de utilidades. La ya famosa Cadivi se convirtió en la inquisición cambiaria del chavismo. Chávez amenaza con cerrar la frontera si se le reclama porque la guerrilla aparece dotada con armas venezolanas.
¿Creen los empresarios que alguna de estas cosas cambiará en los próximos años? Pensamos que la respuesta es no. En estas condiciones exportar a Venezuela es casi una irresponsabilidad e invertir allí es simplemente una locura. No obstante que las exportaciones al vecino se han mantenido en el presente año, es fundamental que las empresas revisen las agendas, redireccionen las ventas al exterior y tomen las mayores precauciones para asegurar, cuando exportan a Venezuela, que sus pagos se realicen de manera efectiva.
Los empresarios antioqueños se han tomado en serio esta tarea. Mientras las exportaciones totales del resto del país decrecen al 17,2 por ciento, las antioqueñas se expanden al 4,4 por ciento. Este crecimiento se está logrando incluso compensando una reducción de las exportaciones de la región a Venezuela del 40 por ciento. Esto es simplemente extraordinario y se debe seguir avanzando en ese camino. La participación del vecino país en nuestras exportaciones regionales era de cerca del 20 por ciento. Hoy es sólo del 12 por ciento.
A nivel de Colombia se tienen varios sectores que se verán necesariamente afectados. El 90 por ciento de las exportaciones de carnes va a Venezuela y abrir nuevos mercados tomará tiempo. En este sector ayudaría mucho una estrategia focalizada en el mercado norteamericano y ojalá estructurada en un TLC que se hace cada vez más urgente.
Las manufacturas de cuero, textiles y confecciones tienen también una alta dependencia del mercado venezolano. No parece fácil encontrar destinos para estos productos. Quizás un manejo específico de cuenta garantizada o trueque por petróleo u otro bien importable desde Venezuela, pueda ser una solución focalizada para estos renglones. De todos modos, los empresarios del sector deberían asumir la posibilidad muy real de no tener ese mercado.
No hay duda de que tenemos capacidades, múltiples productos y mercados, y potencial suficiente para superar un eventual cierre del mercado venezolano. Pero más allá de que esa posibilidad la haga real el gobierno chavista, por sensatez, nuestros empresarios deberían exportar cada vez menos a Venezuela.
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