Editorial
El País, Cali
Agosto 05 de 2009
Ante el preocupante aspecto que ha tomado la reunión de la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, en Quito, la gira que iniciaron ayer el Presidente de la República y el Canciller es oportuna y conveniente para todo el mundo. Nada puede justificar que la animadversión del Mandatario de Ecuador, quien presidirá esa cumbre, y de su similar de Venezuela la utilicen para atacar a Colombia, que estará ausente por razones obvias.
La gira que empezó ayer en Lima y se extenderá hasta mañana jueves, abarcará siete de los doce países que conforman la Unión. Y si bien existe el principio aceptado por el derecho internacional de que ninguna nación tiene la obligación de explicar sus actuaciones o los convenios que celebra, al actuar así se le está demostrando la buena voluntad que nuestro país tiene para con el resto de Suramérica.
Dando por descontado que el tema central de las conversaciones del presidente Álvaro Uribe con los mandatarios y sus gobiernos será el acuerdo con los Estados Unidos, la oportunidad que brinda la diplomacia directa permitirá aclarar los malentendidos que tanto el Presidente del país anfitrión como el de Venezuela han pretendido crear. Colombia no está convirtiéndose en cabeza de playa de los “ejércitos imperialistas” que ellos quieren ver ni es su tradición actuar como agresor de sus vecinos.
Entendiendo las inquietudes, es bueno y necesario que se les explique el acuerdo. En resumen, se trata de profundizar el apoyo al combate del narcotráfico y los grupos que financian el terrorismo con sus enormes ganancias. Para ello se autorizará el uso de siete bases militares, sin que se entregue su manejo a los funcionarios estadounidenses que las utilicen. Además, cada operación se realizará bajo la estricta observación de oficiales colombianos y no serán empleadas contra ningún otro país.
Esa tarea se realizó durante diez años desde la base de Manta en Ecuador, con resultados satisfactorios, llevando a capturar cientos de toneladas de cocaína y a desarticular las rutas por donde salía hacia la nación consumidora por excelencia. A nadie puede escapársele que muchas de esas toneladas sirvieron para financiar a las Farc, a los grupos paramilitares y a las organizaciones internacionales del narcotráfico.
¿Por qué ahora se pretende descalificar esa colaboración? La razón está en los afanes de utilizar a la Unasur con propósitos distintos a los cuales fue creada: es el interés de convertirla en una plataforma ideológica y de confrontación con los Estados Unidos. Y de acusar a nuestro país como lacayo, por el sólo hecho de tener buenas relaciones con esa nación, su tradicional aliada. Y hay otro interés: el de desviar la mirada de las graves acusaciones que enfrentan Correa y Chávez por colaborar con la guerrilla.
Por eso, Colombia no puede acudir a la cita en Quito, donde la Unasur será golpeada en su integridad, si sus miembros dejan que se consumen esos designios. Y por eso se justifica que el Presidente de Colombia realice la gira con la cual enterará al resto de Suramérica sobre el acuerdo con los Estados Unidos.
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