lunes, 17 de agosto de 2009

La socialdemocracia se afirma en América Latina

Por Jorge Lanzaro *

El Tiempo, Bogotá

Agosto 16 de 2009

Entre los gobiernos de izquierda que se multiplican en América Latina al comienzo del s. XXI descuellan las manifestaciones populistas (Venezuela, Bolivia, Ecuador). Pero, al mismo tiempo, con menos alarde, se consolidan las experiencias de tipo socialdemocrático de Brasil, Chile y Uruguay, que constituyen una novedad histórica.


Lo que define a los gobiernos socialdemocráticos y los distingue de los populistas es que son experiencias protagonizadas por una izquierda institucional, integrada a regímenes democráticos, en sistemas de partidos plurales y competitivos, más o menos institucionalizados. Son izquierdas socialistas, revolucionarias o reformistas, crecidas en hermandad con los sindicatos, que han realizado una conversión política, optaron por la moderación ideológica y se alinean en la competencia por el centro.
Ajustándose a las restricciones políticas y económicas, se avienen a las lógicas de la economía capitalista, en cierta continuidad con el statu quo y los cánones neoliberales. No obstante, por su matriz ideológica, en virtud de la competencia entre partidos y dentro de la propia izquierda, estos gobiernos enfatizan el crecimiento económico y la inclusión social.


Su potencial de innovación depende de sus recursos políticos y del coeficiente de poder de que disponen. El primer gobierno de izquierda de la historia uruguaya tiene ventajas comparativas. No median coaliciones, como en Brasil y Chile, sino que hay un gobierno mayoritario, de un solo partido, el Frente Amplio (FA), que congrega a casi toda la izquierda, cuenta con apoyos sindicales consistentes y se ubica a una distancia ideológica del bloque de oposición relativamente moderada.


Tabaré Vázquez, que ganó la presidencia en primera vuelta, suma la jefatura del gobierno a la jefatura unitaria de su partido y ejerce un liderazgo potente, con una popularidad alta, que trasciende a sus correligionarios. En el ciclo de prosperidad hasta el 2008, con alza de precios de las commodities y dinamismo interno, el Gobierno aseguró la estabilidad macroeconómica, el equilibrio fiscal y la apertura del mercado, y alentó la competitividad y la inversión privada nacional y externa.


Al mismo tiempo hubo innovaciones significativas: derechos humanos; reforma tributaria con impuesto a la renta general y progresivo; sistema integral e inclusivo de salud. El Gobierno benefició a los más pobres con transferencias de ingresos no contributivas y con asignaciones familiares que benefician a los menores y a las mujeres jefas de hogar. También aplicó políticas de desarrollo de ciencia y tecnología, expandió el presupuesto de la educación pública e implementó un amplio programa "one laptop per child". Se aumentó el gasto público y el gasto social, con una orientación pro cíclica. Una política laboral favorable a los trabajadores y los sindicatos reinstaló las negociaciones salariales paritarias.


Vázquez concluye su período en el 2010 y no puede ser reelegido. Las elecciones presidenciales de octubre próximo prometen ser muy reñidas, con una disputa voto a voto entre el Frente Amplio y el Partido Nacional, que encabeza el bloque de centroderecha.


En las elecciones primarias del FA se impuso la candidatura de José Mujica, que desafió el liderazgo de Vázquez y se ubicó a la izquierda de su rival, Danilo Astori, quien representa la continuidad del gobierno actual. Mujica tiene un perfil populista, antiestablishment, fundado en su carisma y su invocación de los pobres, alimentado por sus trazas personales, su pertenencia a la guerrilla tupamara de los años 60 y sus simpatías por los Kirchner y la izquierda "bolivariana".


Pero el sistema de partidos y el balance de fuerzas del FA no favorecen los vuelcos a la izquierda ni las andanzas populistas. Esas tácticas serían contraproducentes en la campaña presidencial. Por eso, Mujica comenzó a reivindicar el gobierno de Vázquez e integró a Astori a la fórmula presidencial, anticipando que le dará participación en el Ejecutivo. Para reforzar sus credenciales socialdemócratas, ambos peregrinaron a E.U., Brasil y Chile. La estructura política tendrá efectos moderadores sobre cualquier gobierno. Sin perjuicio del sesgo del presidente, si el FA triunfara nuevamente, es probable que se asegure la continuidad de la experiencia socialdemócrata, aunque con variaciones que impondrán el ciclo económico y los recursos políticos del Gobierno.


Si el FA no gana en la primera vuelta, no dispondrá de la mayoría absoluta que tiene Vázquez. Eso acotaría su capacidad de innovación. Por lo demás, Mujica tiene mayoría en el FA, pero no es el jefe unitario del partido, sino el líder de uno de los sectores. Su liderazgo se pondrá a prueba en la campaña electoral y en la presidencia, si llegara a ganar.


Una segunda administración del FA presentaría nuevos desafíos, con un balance de poderes y una competencia política más acentuada entre los partidos y dentro de la misma izquierda. Esa experiencia acercaría a los socialdemócratas uruguayos aún más a los de Brasil y Chile. Sus gobiernos solo podrán prosperar en un cuadro de pluralismo democrático y a través de la política de compromisos.


* Profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de la República (Uruguay)

No hay comentarios: