Por Libardo Botero*
Blog Debate Nacional, Medellín
Agosto 8 de 2009
Ante la avalancha de evidencias de compromisos del gobierno ecuatoriano con las Farc, el presidente Correa persiste en lanzar sandeces. La entrevista concedida el pasado domingo a El Tiempo lo corrobora con creces. Que él no conoce a nadie de las Farc parece ser su argumento estrella. Pero nadie, que se sepa, ha dicho que él los conocía. Las informaciones reveladas apuntan a que, a través de emisarios de su círculo más íntimo y a la vez altos funcionarios de su campaña y su gobierno, recibió dinero de las Farc y estableció compromisos políticos y militares con ellos. Váyase a saber si tuvo contacto personal con hombres de las Farc. “Explicación no pedida…”.
La entrevista de marras se produjo a pocas horas de haber lanzado el mismo gobierno ecuatoriano otra cortina de humo con un supuesto “diario” de Raúl Reyes. El segundo de las Farc en sus notas parece exculpar a Correa, calificándolo de “traidor”. La pregunta que salta inmediatamente es, en el supuesto de que el diario no sea apócrifo: ¿qué fue lo que traicionó? ¿Entonces sí tenía compromisos?
Pues bien, al comenzar la entrevista citada Correa lanza un torpedo bastante fuerte, para enfatizar en su obstinado enfrentamiento con Colombia, al considerar el ataque al campamento de Raúl Reyes como un bombardeo a Ecuador. Menciona el caso de un hermano del gobernador de una provincia fronteriza, secuestrado en Colombia, de cuya ubicación tenían conocimiento los ecuatorianos. “Entonces, con ese mismo argumento –dice Correa- ¿qué les parece si yo mando un comando de policía, bombardeo esa casa y lo rescato?”. Extiende a Perú, Bolivia (aunque no limita con Colombia), Brasil, Venezuela, la supuesta doctrina para señalar lo peligroso que sería para nuestro propio país.
Mucho se ha discutido el tema de la “legítima defensa”, expuesto con seriedad por analistas como Alfredo Rangel, Rafael Nieto o Saúl Hernández Bolívar. No me voy a centrar en él, pues sería llover sobre mojado. Tampoco voy a ocuparme de la denominada “persecución en caliente” de grupos al margen de la ley en las fronteras. El gobierno venezolano –el anterior a Chávez, claro está- había aceptado que Colombia lo hiciera para perseguir, si era indispensable, a irregulares que quisieran guarecerse en territorio vecino para escampar la persecución de nuestra fuerza pública. Anoto simplemente que hace pocos meses Brasil y Colombia firmaron un acuerdo para autorizar sobrevuelos “en caliente” en territorio del otro hasta por 50 kilómetros, para perseguir narcotraficantes o terroristas.
Lo que sí merece ser respondido es lo que pregunta el presidente Correa. La formulo desde nuestro ángulo: ¿Nos hemos llegado a preguntar si sería aceptable que tropas ecuatorianas invadieran nuestro territorio en persecución de criminales, colombianos o no, que merodearan por allí delinquiendo? ¿Sería eso permisible, o lo rechazaríamos como violación inaceptable de nuestra soberanía y territorio? ¿Romperíamos relaciones? ¿Y alguna vez ha ocurrido algo así?
Los hechos sucedieron y el asunto fue absuelto en su momento por el Presidente Uribe. El 24 de abril de 2004 expresó su preocupación por la frontera sur: "Esa frontera hay que mirarla como una frontera donde hoy se quieren guarecer traficantes de droga, que quieren que se les siga reconociendo con el noble título de luchadores políticos. Son terroristas financiados por la droga. Por eso, eso no puede tener claudicaciones, hay que enfrentarlos con toda decisión”.
Y añadió esta explicación premonitoria y fulminante: “Hace pocos días a mí me llamaron del Ministerio de Defensa muy asustados, que porque unos aviones ecuatorianos habían cruzado la frontera con Colombia y habían sobrevolado el espacio aéreo colombiano. Y me enteré que esos aviones estaban patrullando allí, porque la guerrilla colombiana, narcotraficante, se pasaba al Ecuador. Entonces dije: yo no voy a reaccionar airadamente contra el Gobierno del Ecuador, ni más faltaba. Tienen todo el derecho de bombardear esos bandidos. Y entonces cuando se esperaba, cuando se esperaba que hubiera una reacción furiosa de mi parte contra el Gobierno del Ecuador, yo lo que hice fue llamar al Presidente del Ecuador y le dije: vea, Presidente, comprendemos el problema que estos bandidos le causan al hermano pueblo ecuatoriano. Comprendemos que ustedes tienen que tomar acciones en esa frontera, el Gobierno de Colombia no tiene ninguna protesta, esto lo resolvemos amistosamente." Sin comentarios.
Para disipar cualquier equívoco: el presidente del Ecuador era el señor Alfredo Palacio. Eran otros tiempos. ¿Satisfecho con la respuesta señor Correa?
* Economista. Analista e investigador del Centro de Pensamiento Primero Colombia (CPPC).
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