domingo, 2 de agosto de 2009

Una diligencia grotesca

Por Maria Isabel Rueda

El Tiempo, Bogotá

Agosto 2 de 2009


No nos gusta que los hijos del presidente Uribe anden haciendo millonarios negocios que ponen a andar sospechas sobre favoritismo oficial.

Pero nada tiene que ver con eso el espectáculo que vimos el jueves, cuando Tomás Uribe fue zarandeado entre escoltas y cámaras de televisión durante una citación que le hizo la Corte Suprema.

Y quizás más grotesco aún fue lo que no se vio.

Tomás Uribe aparece comprometido en unas denuncias sobre asignación de notarías que ha hecho uno de los dos hermanos Cuello Baute, quienes actualmente están siendo procesados por la justicia como bandidos de cuello blanco.

El uno, porque, como Superintendente de Notariado, habría chantajeado a los notarios con plata y con vacas. Aunque el delito de concusión no es excarcelable, este señor anda suelto; y el otro hermano, porque, como congresista, se habría hecho elegir con el apoyo del paramilitarismo. Y adivinen: también anda suelto.

Es factible que estas dos joyitas hayan dado rienda suelta a sus denuncias en el marco de una negociación de penas a cambio de una colaboración eficaz con la Justicia. Y como en uno de esos listados aparece la referencia "hijos del Presidente" al lado del nombre de una tal notaría designada en Tunja, que se la pasaba chicaneando sobre una inexistente amistad con los hijos del Presidente, la Corte consideró justificado llamar a Tomás Uribe como testigo de los hechos. Una citación semejante debe ser acatada por cualquier ciudadano, sea o no el hijo del Presidente, como testigo de unos hechos cometidos por un tercero. La Corte no puede llegar hasta investigarlo, porque no tiene esa competencia sobre particulares. Pero lo que le hicieron finalmente a este muchacho fue una indagatoria de acusado.

Como cualquier delincuente, Tomás fue indagado sobre su patrimonio, sus empresas, sus ingresos, sus actividades, su asistencia a eventos sociales o políticos, sus consignaciones en cuentas bancarias. Pero eso no fue lo peor.

Lo interrogaron los magistrados auxiliares de Yesid Ramírez. El magistrado que se hizo célebre por haberse dejado regalar un reloj del narcotraficante Giorgio Sale y por recibir homenajes de otro controvertido personaje. El mismo magistrado que, con su conducta, sirvió de pretexto para que se pusiera en marcha aquella publicitada investigación, perversamente concebida desde Palacio y ejecutada de manera tan arbitraria por el DAS, en la que ocurrieron las 'chuzadas' ilegales que conoció en su momento la opinión pública.

El magistrado Yesid, que debe estar sumamente mortificado por haber dado pie con su conducta a que se espiara de manera tan indebida a sus colegas, debió tener por lo menos el recato de declararse impedido.

Se trata del hijo del Presidente por el que siente tanta rabia y fastidio.

Que Tomás Uribe recibió plata por la entrega de unas notarías no he logrado establecer quién lo afirma.

No aparece en el expediente de los Cuello Baute. Me dicen que lo ha sugerido en algunos círculos privados su abogado, pero hasta ahora no deja de ser una calumniosa especie que, inexplicablemente, ha sido mencionada en los medios, porque no se conoce un solo documento que pruebe tan espantosa conducta.

Si Tomás Uribe recibió platas a cambio de asignar notarías, lo de menos sería que se cayera su padre, el Presidente. Habría que cerrar el país declarándolo definitivamente inviable. Por fortuna, eso está lejos de estar comprobado.

En cambio, lo que sí está quedando en evidencia es que debemos ir pensando en organizar un réquiem por la honorabilidad con la que la otrora Corte Suprema de Justicia ejercía sus funciones.

¡Hello! ¿No existirá en esa corporación un solo magistrado que tenga la valentía de levantarse para preguntarles a sus colegas hasta dónde, en esta revancha política contra el Presidente, tienen pensado llevar su avasallaje?

SE ME OLVIDABA. ¿Cuántos periodistas cabremos en la celda de Rodrigo Pardo?

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