martes, 2 de junio de 2009

Cambio de mando en El Salvador

Editorial

EL Mundo, Medellín

Junio 2 de 2009

Su discurso nos pareció un tanto arrogante e innecesariamente agresivo y un tanto injusto con los gobiernos anteriores.

El periodista Mauricio Funes tomó posesión ayer como Presidente de la República de El Salvador, con un llamamiento a la unidad de sus compatriotas, sin distingo de clases ni partidos, “para construir juntos un país de sofisticación humana y sofisticación tecnológica, que no sólo sea el simpático Pulgarcito de las Américas – como lo llamó cariñosamente la poeta chilena Gabriela Mistral, recordó en su discurso – sino también el micro-chip de un mundo nuevo, lleno de fuerza y de soluciones innovadoras”. 


El señor Funes asume el poder, por primera vez a nombre de la izquierda, con el recuerdo siempre vivo en el pueblo salvadoreño de la cruenta guerra civil que azotó al pequeño país centroamericano entre 1980 y 1992, y después de dos décadas de hegemonía política de la derecha, tras los Acuerdos de Paz que firmó aquel año el Gobierno de Alfredo Cristiani con la guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, convertido éste último desde entonces en flamante partido político para buscar llegar al poder – ante el fracaso de la vía armada – a través de la lucha democrática, objetivo que ha venido consiguiendo paulatinamente. 

Desde el fin del conflicto armado, en El Salvador hubo ocho elecciones, las últimas el pasado 15 de marzo, cuando, por una estrecha mayoría, el candidato a la Presidencia del FMLN derrotó a Rodrigo Ávila, de la gubernamental Arena. Previamente, el 18 de enero, se habían celebrado las legislativas y municipales, en las que el Farabundo Martí logró la mayor votación, con 80.000 votos más que Arena; de 56 alcaldías, pasó a 96, con la recuperación de ciudades importantes, como Santa Ana, y el triunfo en La Paz, un bastión de la derecha, aunque perdió el gobierno de la capital, San Salvador, que había conquistado en 1997. En el Congreso quedó con 35 diputados, frente a 32 de Arena. 


A propósito del triunfo del señor Funes, escribimos aquí (“Mirando a Centroamérica”, 18-03-2009) que “a pesar de que el resultado de las presidenciales en El Salvador aparentemente representaba una desmejora en la posición pronorteamericana en Centroamérica, la verdad es que las primeras declaraciones del presidente electo constituyen un categórico mentís al pronóstico de algunos analistas en el sentido de que, de ganar el candidato de la ex guerrilla salvadoreña del FMLN, implicaría un triunfo y un fortalecimiento del llamado ‘socialismo bolivariano del siglo XXI’”. A juzgar por el tranquilo relevo en el poder; por el importante acompañamiento en su posesión de mandatarios y altos funcionarios de gobiernos de la más variada gama política – desde EEUU y Taiwán, hasta Rusia y Cuba, pasando por Brasil y casi todos los latinoamericanos, entre ellos el presidente Uribe de Colombia – manifestación de respaldo y camaradería que, en contraste, hizo especialmente notoria la inasistencia del trío Chávez, Morales y Ortega; en fin, por el contenido mismo de su discurso de posesión y por la manera como conformó su gabinete – el equipo económico lo conforman profesionales calificados, con ideas moderadas, que no provocan desconfianza en los sectores empresariales - se confirma aquella apreciación. 


Apreciación que queda mejor resumida en declaraciones de prensa, un tanto amargas, de uno de los líderes ‘históricos’ de la guerrilla del FMLN y del disuelto Partido Comunista de El Salvador, Fidel Nieto, después del triunfo de Funes. “Según lo dijo en su campaña, hay que olvidarse de nacionalizar entes que fueron del Estado y que ahora están en manos privadas. Aquí se mantiene la base militar estadounidense, en fin los aspectos centrales que fueron asumidos durante varios años como banderas de lucha por los movimientos sociales, o sea, la lucha contra los Tratados de Libre Comercio, las luchas porque salga la base militar estadounidense, la pelea contra el dólar, todas éstas que han sido banderas del movimiento popular, son apartadas del gobierno que viene, a partir de junio. Lo dijeron claramente, eso no se toca, las privatizaciones se respetarán, la empresa privada no debe temer, en fin, los puntos centrales están garantizados en el discurso, pero también en el programa escrito del gobierno”. 


Aunque en el discurso – que leímos atentamente – el presidente Funes hace reiterados llamados a la unidad nacional, a “emprender un camino nuevo de plena convivencia en democracia”, a “mejorar lo que está bien y hacer lo que nunca fue hecho”, a “crear un modelo de desarrollo nacional que rescate lo mejor que tenemos, disminuya las desigualdades internas y promueva una reinserción más dinámica e inteligente en los escenarios regional e internacional”, nos pareció un tanto arrogante, como sí con él llegara “el primer día de la Creación”, e innecesariamente agresivo y un tanto injusto con los gobiernos anteriores, a los que acusa de “gobernar para pocos, ser complacientes con la corrupción,  temer y  ser cómplices del crimen organizado, pactar con el atraso en todas sus formas de expresión”. Con razón los ex presidentes Cristiani y Calderón calificaron el discurso de confrontativo y contradictorio con sus llamados a la unidad nacional, y la única posible explicación que le vemos a tal agresividad es que quisiera hacerse perdonar de los extremistas, tanto de su partido como de los que le hicieron el desplante de no asistir a su posesión, en un gesto evidentemente concertado y con un claro mensaje político. 


En cambio sí estamos muy de acuerdo con el nuevo Presidente en que “hay que acabar con lo que todavía queda de nuestro complejo de víctimas porque eso alimenta el odio, la autoconmiseración, el revanchismo y las disculpas fáciles” y lo acompañamos en su sueño de que “igual que un micro-chip, El Salvador haga de su pequeñez la concentración absoluta de su fuerza y la condensación máxima de su conocimiento... para que los demás pueblos y naciones digan: hoy, sí, este Pulgarcito es un gran gigante del trabajo honrado, un gigante de la libertad y de la felicidad de su pueblo”.

 

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