lunes, 8 de junio de 2009

El embajador de Venezuela

Editorial

El Mundo, Medellín

Junio 8 de 2009

Impone negociar sus condiciones y, preferiblemente, levantar barreras y acabar con amenazas que habían ralentizado el ritmo de negocios.

Tras su presentación de credenciales hace un mes, el Embajador de Venezuela en Colombia, ingeniero Gustavo Márquez Marín, señaló que el propósito de su misión es el “relanzamiento de las relaciones binacionales”, según lo acordado por los presidentes Chávez y Uribe en la cumbre del 24 de enero en Cartagena, cuando pusieron el énfasis de la relación en los aspectos comerciales y económicos. En entrevista con Yamid Amat publicada ayer, el Embajador ratificó sus prioridades en los temas de vehículos, manufacturas, alimentos y divisas.


El ingeniero Gustavo Márquez fue designado embajador de Venezuela en Colombia con el reto de superar la grave crisis en las relaciones bilaterales que comenzó con las intromisiones del presidente Chávez en política interna de nuestro país, que obligaron al Gobierno a relevarlo como mediador del acuerdo humanitario, y se agravó con la solidaridad del coronel-presidente hacia el gobierno ecuatoriano tras la operación contra el campamento de las Farc en Ecuador. La decisión de normalizar relaciones es fruto del encuentro de los presidentes Uribe y Chávez, celebrado el pasado 24 de enero en Cartagena, y se comprueba en el perfil técnico-político de los embajadores designados: María Luisa Chiappe, ex presidenta de la Cámara de Comercio colombo-venezolana, en Caracas, y el ingeniero Márquez, en Bogotá.


El embajador Márquez Marín es ingeniero industrial de la Universidad de Carabobo. Durante 16 años fue diputado a la Asamblea Legislativa por el Movimiento al Socialismo, que dirige el periodista Teodoro Petkoff, uno de los más duros opositores de Chávez. Con el ascenso del coronel Chávez y el surgimiento de su partido, el Socialista Venezolano, pasó al nuevo grupo, por el que fue Ministro de Comercio Exterior e Integración y, como tal, gestor del retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones. Sus relaciones con Colombia datan, pues, de tiempo atrás, y no siempre han estado marcadas por la cordialidad. El hoy Embajador fue derrotado en la elección de gobernador de Carabobo, ganada por Enrique Salas Feo, de Proyecto Venezuela.


Al proponerse que en sus primeros ocho meses de gestión el valor del intercambio comercial anual pase de los US $7.200 millones de 2008 a US $8.000 millones en 2009, el embajador Márquez reconoce que para ambos países ese intercambio es necesario y fructífero, lo que impone negociar sus condiciones y, preferiblemente, levantar barreras y acabar con amenazas que habían ralentizado el ritmo de negocios. El reto del comercio, que es el camino que posibilita realizar el fortalecimiento de la hermandad de los pueblos, representa grandes exigencias para Colombia, que deberá adaptarse a la odiosa política de control de precios –que el ingeniero Márquez señala como no negociable- así como buscar algún acuerdo sobre el manejo de divisas, pues mientras el gobierno venezolano se afinca en el control y denuncia la existencia de “una especie de mafia” que se lucra del mercado negro de la divisa, los exportadores colombianos se ven seriamente afectados por el desordenado modelo de pagos, que afecta su flujo de caja. Son esos problemas coyunturales los que los funcionarios de ambos países tendrán que aprender a sortear con el ánimo de poner de acuerdo los intereses y necesidades de ambas partes.


Aunque con la designación del embajador Márquez y la necesidad de atender las demandas de su mercado, para lo cual necesita a Colombia, pareciera que el gobierno venezolano ha decidido llevar las relaciones diplomáticas al terreno de la tranquilidad, no se puede descuidar que en los campos de seguridad y político, y no en el de los negocios, no es fácil mantener relaciones estables con el presidente Chávez. A pesar de que seguimos encontrando no pocas contradicciones, el Embajador da unas puntadas que es interesante tener presentes en busca de cuidar las recién reinstaladas relaciones.


Aunque reitera algunos de los puntos de vista ya tradicionales en el discurso de Venezuela sobre la lucha contra el terrorismo en Colombia, como el de que dejan a Colombia la solución de su conflicto, consideramos que al menos hay una diferencia cuando señala que “las Farc no se van a establecer en Venezuela y nuestro país no va a permitir que el conflicto se traslade a Venezuela”. Aunque entre esas palabras y asumir su parte en la lucha contra el terrorismo, sigue existiendo una profunda brecha, nos queda la esperanza de que haya comenzado un viraje en este campo.


La entrevista que comentamos dio la vuelta al mundo por la propuesta del embajador de buscar un acuerdo tripartito de Colombia, Venezuela y Ecuador “para combatir el crimen y la violencia en temas como el secuestro y el tráfico de drogas”, un tema que hace poco hubiera parecido un despropósito pero hoy tiene abierto un horizonte por el informe de la Comisión de Transparencia y Verdad ecuatoriana, que ha mostrado avances en los que el gobierno del presidente Correa queda bastante maltrecho. Como reconocemos que la seguridad en la frontera es la principal piedra en el zapato de las relaciones, desearíamos que la ceja se ampliara para iluminar a los mandatarios vecinos de manera que por fin se decidan a poner la hermandad de los pueblos, la complementariedad comercial, las oportunidades de desarrollo común y la seguridad de sus gentes por encima de coyunturales diferencias políticas.

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