miércoles, 3 de junio de 2009

Encuentro en San Salvador

Editorial

El Colombiano, Medellín

Junio 3 de 2009

La asistencia de dignatarios extranjeros a la toma de posesión de un presidente latinoamericano es un acontecimiento de tipo protocolario. Su objeto es hacer un gesto de solidaridad hacia una nación amiga y darle solemnidad al ritual de la transferencia ordenada del poder de un gobernante a otro. La ceremonia de toma de posesión de la presidencia del Salvador por parte de Mauricio Funes revistió un carácter especial, no tanto por el acto en sí mismo, sino por ciertos eventos simbólicos, cuyos mensajes no resultan menos significativos por el hecho de ser tácitos.

En San Salvador tuvieron lugar algunas presencias y determinadas ausencias que merecen destacarse. Las presencias más notables corresponden a Brasil y a Estados Unidos: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y la secretaria de Estado Hillary Clinton respectivamente. Tampoco pasaron desapercibidas las ausencias de los presidentes Hugo Chávez y Evo Morales.

La asistencia del presidente Lula es significativa por varias razones. Para Brasil, Centroamérica ha tenido una importancia marginal, lejos de lo que Itamaraty considera su zona de influencia natural. Por lo tanto, la representación brasileña a las transmisiones de mando centroamericanos suele hacerse a un nivel inferior a la de Jefe de Estado. Si bien Funes había anunciado que su referente sería el gobierno de Lula, la presencia del presidente de Brasil en San Salvador, y su posterior viaje a Guatemala y Costa Rica indican que ha tenido lugar un cambio en la geopolítica regional.

El caso de Estados Unidos es diferente. El Istmo centroamericano es considerado parte de su zona de influencia. Pero Washington no acostumbraba enviar funcionarios de alto rango a las transmisiones de mando en América Latina. Con menor razón al Salvador, el país más pequeño de Centroamérica. La asistencia de una figura de la prestancia de Hillary Clinton a San Salvador, y luego a San Pedro Sula, a la reunión de la OEA, revelan una nueva etapa en la política interamericana por parte de la administración Obama. Con relación a la presidencia de Mauricio Funes, el mensaje es que Estados Unidos desea estrechar relaciones con los gobiernos de izquierda democrática en la región.

Sin necesidad de decir una palabra, por el nivel de sus respectivos representantes en San Salvador, las dos principales potencias del hemisferio, Estados Unidos y Brasil, han notificado al mundo que no van a permitir que El Salvador ingrese a la órbita del marxismo-leninismo tropical. La ausencia de Hugo Chávez de este evento sugiere que el cambio de gobierno en El Salvador no es percibido como un triunfo adicional de la Revolución Bolivariana.

Las últimas semanas han estado desprovistas de buenas noticias para el régimen chavista. La reciente nacionalización de empresas siderúrgicas de Techint ha producido el rechazo indignado del sector empresarial argentino y le han creado a Cristina Kirchner un problema político inoportuno. La escasez de divisas ha obligado a Chávez a solicitarle a Brasil un préstamo por US $ 4.300 millones. La diplomacia de los petro-dólares venezolanos está llegando a su límite.

 

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