miércoles, 3 de junio de 2009

La tapa del congolo

Por José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Junio 3 de 2009


Selecciones de Reader's Digest tenía (¿tiene?) una bella sección: 'Mi personaje predilecto', corto perfil anecdótico sobre virtudes humanas encarnadas en alguna tía anónima, padre juicioso, profesor recursivo o ejecutivo exitoso. Hasta ahora, la vida de Baltazar Gracián, por su humildad personal, sólo ha merecido figurar en ese tipo de secciones episódicas de las enciclopedias; pero lo que él merece es una biografía enjundiosa, puesto que representa la más alta cima de la sabiduría, la agudeza, el ingenio.


Ciertos camaradas suyos de la Compañía de Jesús lo persiguieron, insidiosos, con esa saña rencorosa que inspira la envidia. Uno de los superiores, por ejemplo, invadido de celos con sus escritos -obras señeras del pensamiento universal-, le decretó, como si Gracián fuera un criminal, pena de ayuno y abstinencia absoluta de papel y tinta.

 

Traigo a colación este nombre humilde y grande porque todos los humanos tenemos que ver, directa o indirectamente con él. Por ejemplo: ¿alguna vez usted ha pensado o dicho que lo bueno, si breve, dos veces bueno? Pues esa, y muchas otras ideas evidentes que enunciamos a diario, se le ocurrieron por primera vez a Gracián. Y era malicioso: en su obra, Arte de la prudencia, se desquitó y vació a su superior, a aquel jesuita que lo condenó como a un criminal por escribir y publicar sin su permiso.

 

Gracián, por la vía de sacarse un clavo con ese tósigo cansón e insoportable que era su jefe, terminó escribiendo una de las sentencias, recomendaciones o consejos universales más lúcidos que haya producida pluma alguna: "No ser acriminador. Hay hombres de genio fiero, todo lo hacen delito, y no por pasión, sino por naturaleza. A todos condenan, a unos porque hicieron, a otros porque harán. Indica ánimo peor que cruel, que es vil, y acriminan con tal exageración, que de los átomos hacen vigas para sacar los ojos (...) de todo hacen extremos".

 

¡Sí! La política colombiana está plagada de acriminadores; de gente que se pasa la vida intentando convertir las ideas, actos, defectos, errores y hasta votaciones, en delitos. Los acriminadores descritos por Gracián son la antípoda del demócrata moderno, quien, en palabras del genio español, practica la ingenuidad, la falta de malicia y "para todo haya salida, si no de intención, de inadvertencia". Con los acriminadores no hay razonamiento o argumentación que valga. Usted vota de una manera en la Cámara de Representantes y ¡zas!, lo denuncian penalmente. Y, lo peor, ciertas salas penales, tabernáculos de acriminadores, abren investigaciones que, más bien, son amenaza.

 

Es tal la epidemia incriminante, que los criminales se vuelven acriminadores. Es el caso de Mancuso, mendaz de profesión, quien imparte absoluciones y condenas desde su prisión gringa, de acuerdo con los gustos o necesidades del contertulio de turno -sea él fiscal, activista u oenegero-; o del interés político del director del medio de comunicación que lo entreviste. Mancuso, anoto, es acriminador paradojal: su coprolalia política va siempre antecedida por la afirmación de que lo extraditaron para silenciarlo (¿?). ¡Ah!, esa es, ¡qué paradoja!, una tesis mancusiana y macaquiana que ya lograron aclimatar en los círculos antiuribistas los voceros de la primera organización criminal de Colombia: Anncol.

 

Esa corriente de pensamiento que se expresa en Anncol está enarbolando otra genial tesis acriminadora, que, ¡caramba!, sí es la tapa del congolo: las Farc, dicen, no es una organización terrorista, sino la insurgencia popular que combate a los criminales de Estado: a Uribe, a Santos, al general Padilla. Los criminales acriminadores se hacen agua la boca amenazando con aplicar la justicia penal internacional a quienes persigan al terrorismo. Y, lo peor, hay gente que les come cuento.

 

1 comentario:

roger vallejo dijo...

BLOGS Diario LA PATRIA de Manizales

INTERESANTES Y TRISTES PROCESOS

26/05/2009

Las alternativas de poder deben construirse a punta de visiones programàticas. Nunca serà aceptable que se construyan a punto de maledicencias contra el pròjimo. La violencia verbal inficiona los ambientes con "el tufo" de la discordia, de la infelicidad, del mal aliento.

OPOSICIÒN DE COCINA


En nuestra amada Colombia están sucediendo interesantes y tristes procesos en el misterioso mundo de la politiquería, que no política; puesto que la Política es algo de entrada, sublime. Explico mi percepción ciudadana:


Estamos conociendo el estilo y talante de muchos dirigentes políticos, como de variados periodistas, todos a una con el deseo manifiesto de construir "watergates, Montesinos, Fujimoris, Hitlers, Pinochets, Fouchés, Goebbels, Francos ..." a como dé lugar.


Es interesante lo que está pasando, pues todo el país nacional se está enterando del estado de los hígados de mucha personas, cuando de hacer oposición a un gran líder.


Es bueno cuando a todos les conocemos sus fortalezas y debilidades humanas, algo así como su espiritualidad, como sus miserias.

Mi santa madre con su sabiduría a flor de piel me decía:
Hijo, esta política parece una cocina.

Ya sabemos lo que significa en Antioquia el tema de las literaturas ligeras que se mueven en las cocinas:

Denigramientos, inventos, honores en subasta; el me contaron; si supiste la última; el bebé no es de la madre; torcuato me lo pidió; la mujer de Epaminondas se la juega, la quinceañera no es virgen.

Las consejas bravas y bárbaras contra el prójimo... y así ad infinitum.

... Es indiscutible que todos los seres humanos nos debemos preocupar intensamente, sin desfallecer un minuto, por ser mejores personas todos los dìas en nuestra Trinidad Santa. No es cuento queridos Cibernautas el discurso de "los espìritus inmundos"; que son precisamente aquellos seres humanos que prenden candela debajo del agua.

Colombia no puede ni debe volver a repetir tristes episodios, como los que le armaron a Marco Fidel Suàrez y a Rafael Reyes Prieto, Presidentes excelentes a los cuales les dañaròn su trayectoria, por infelices razones de politiquerìa. La historia hay que estudiarla con atenciòn.

Colombia no puede repetir vitandas actuaciones de Polìticos sin crecimiento y desarrollo personal.




ROGELIO VALLEJO OBANDO

Economista Universidad Externado de Colombia.