Por Hernán Avendaño Cruz*
“Ámbito jurídico”, Año 12, No. 274, Bogotá
Junio de 2009
“Las décadas de proteccionismo dejaron una fuerte inercia que ha sido difícil de modificar. Pero es tiempo de romper con ese lastre y no quedarnos atados al pasado”
Hay amplia evidencia internacional para mostrar que el proteccionismo no es una política adecuada para el desarrollo de las naciones en el mundo globalizado. Sin embargo, en Colombia, pese a los balances poco satisfactorios que hay de las décadas de regionalismo cerrado y de crecimiento hacia adentro, hay quienes insisten en el cierre de fronteras para afrontar la crisis mundial y critican al gobierno por mantener su política de negociar tratados de libre comercio.
En un documento reciente, Juan Carlos Echeverry destaca los lastres que generaron las políticas proteccionistas; entre otras cosas, fueron propicias al surgimiento de un grupo de rentistas y la defensa de sus intereses se convirtió en el principal motor de la política económica (Lessons from Colombian Economic Development).
Es un tema que pocas veces se menciona, así como tampoco se menciona que los consumidores fueron los que tuvieron que cargar con el costo de ese modelo: pagaron en términos de calidad y precio de los bienes de consumo. Y también pagó el país con la carencia de incentivos para la innovación tecnológica, la escasa formación de la mano de obra y la baja productividad laboral.
Como bien señala Echeverry, “irónicamente, el lobby anti-comercio siempre ha argumentado que los trabajadores colombianos, la infraestructura y la financiación no están listos para enfrentar la competencia internacional y la liberalización. Este argumento confunde causa y efecto”. Más irónico es que a él se suman líderes que presuntamente defienden los intereses del pueblo.
Las políticas proteccionistas dejaron una huella profunda en el comportamiento de los agentes económicos. Por eso Colombia sigue siendo una economía relativamente cerrada, pese a que desde el final del gobierno de Virgilio Barco y especialmente durante el de César Gaviria se inició una política de apertura.
Así lo evidencian diferentes indicadores contenidos en los módulos de liberalización del comercio de los índices de competitividad del World Economic Forum (puesto 102 entre 134 en 2008 en la variable arancel promedio ponderado), del Doing Business (puesto 96 entre 181 países en 2009), del Economic Freedom of the World Index del Frazer Institute (puesto 108 entre 142 países en 2008) y del Best Countries for Business de Forbes (puesto 90 entre 127 países en 2009).
Cierto es que en los años recientes se ha avanzado y así lo reconocen los mencionados índices. Pero no deja de sorprender lo lejos que estamos de la realidad, al comparar la percepción que tenemos de la liberalización económica con nuestra posición frente al resto del mundo.
Otra herencia del proteccionismo, que poco se comenta, es la desvinculación entre la producción y el comercio internacional por problemas de competitividad; en un mundo globalizado no se puede avanzar con ese divorcio.
Viene al caso la anécdota de un importante empresario colombiano que en un foro contaba su experiencia durante la apertura del gobierno Gaviria. Cuando en su empresa resolvieron que frente a esa política había que exportar, tuvieron que reconocer que no tenían la más mínima experiencia, pese a ser la principal productora de diversos productos alimenticios elaborados. Nunca se habían preocupado por hacerlo porque tenían un mercado cautivo al que sus competidores difícilmente podían entrar. Ni siquiera habían intentado aprovechar el Pacto Andino. Así que ante la nueva realidad, para insertarse en los mercados internacionales tuvieron que hacer alianzas con empresas de Venezuela para que les hicieran la distribución de sus productos, a cambio de ellos hacer lo propio en Colombia. Así empezaron a aprender cómo es la realidad de los mercados internacionales.
Desde la apertura el tema ha venido cambiando, pero lo ha hecho lentamente. El gobierno del presidente Uribe se ha empeñado en avanzar más rápido. No sólo se está dando un viraje radical en el relacionamiento de Colombia con el mundo, mediante la negociación de tratados de libre comercio y de acuerdos de inversión con nuestros principales socios, sino emprendiendo una política de transformación productiva, que nos permitirá contar con sectores de clase mundial en los segmentos más dinámicos de los mercados internacionales.
Esta política debe repercutir en el rediseño de sectores establecidos, que se están viendo enfrentados a una feroz competencia internacional, y en el desarrollo de sectores nuevos y emergentes, hacia los que se están orientando diversas economías tanto desarrolladas como subdesarrollados.
De las lecciones del pasado hemos aprendido que no podemos repetir las políticas con sesgo anti exportador, basadas en subsidios, exenciones tributarias y aislamiento frente a la competencia internacional. Por eso se trabaja en la construcción de políticas basadas en alianzas público-privadas, que tengan como fundamento la creación del entorno adecuado para la transformación de la estructura productiva del país.
En síntesis, las décadas de proteccionismo dejaron una fuerte inercia que ha sido difícil de modificar. Pero es tiempo de romper con ese lastre y no quedarnos atados al pasado. Como destaca Paul Krugman en su último libro, hasta hace poco tiempo “muchos intelectuales creyeron que las naciones pobres sólo podrían escapar de su trampa aislándose de la competencia con economías más avanzadas. Sin embargo, en los años noventa ya había modelos de conducta que mostraban que, después de todo, el desarrollo rápido sí era posible, y éste se había logrado no a través de un orgulloso aislamiento socialista sino precisamente integrándose lo más posible al capitalismo global”.
* Jefe Estudios Económicos Mincomercio
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