lunes, 8 de junio de 2009

Ley e intercambio humanitario

Por Dario Ruiz Gómez

El Mundo, Medellín

Junio 8 de 2009

Desde qué Iván Cepeda y Piedad Córdoba hicieron pública la carta de los “intelectuales por la paz", ¿cuántos colombianos han sido asesinados cada semana por este movimiento armado? El intento de secuestro de los concejales de Garzón con el asesinato de un policía y un soldado, y del portero del Concejo, señala que sus estrategias ya están fuera de cualquier consideración política, que sería lo que podría justificar un diálogo entre esos intelectuales y las Farc.

Y no hay un elemento político porque tal como sucedió en España con la Eta, al insistir ésta en el terrorismo hizo imposible cualquier tipo de diálogo, pues se dialoga cuando se han creado las condiciones legales para hacerlo por parte de quienes deben responder por sus crímenes.

El estupor, el dolor de la joven viuda del militar asesinado invalida de raíz cualquier posible justificación a este escandaloso atropello contra el ser humano. El llamado diálogo en medio de la guerra causó durante el régimen de Pastrana el asesinato de 25.000 colombianos por las Farc. ¿Por qué debe repetirse este terrible error? Esto que vivimos supone la presencia de la memoria en su verdadera dimensión: ésta es su función ante el crimen y estas son las verdaderas víctimas. No debemos olvidar algo de lo cual hemos sido sus testigos, algo que nos compromete moralmente a no olvidar antes de que las consabidas asociaciones por el intercambio humanitario conviertan la memoria en retórica de ocasión.


Avanzar en un diálogo supone haber colocado sobre la mesa de discusión el memorando que contiene aquello que incrimina a quienes deben responder sobre temas decisivos en una sociedad civilizada, como el secuestro, la acción armada permanente sobre la población, sobre lo que supone la droga y el tráfico internacional de ésta.


¿Cuántas cartas ha respondido Cano y cuál ha sido el contenido de estas cartas? Se supone que tan distinguido grupo de intelectuales, haciendo honor a las responsabilidades éticas que este calificativo comporta, han tenido en cuenta los principios inalienables que un intelectual defiende en su búsqueda de la verdad y de justicia para las víctimas reales. Esta tarea consiste en pasar de la consigna, de la paranoia antiuribista para situarse en medio de un espacio objetivo dentro del cual no hay retroceso posible ni cabe ya la presencia de la mentira. Si las Farc parten del hecho de que son ajenas a la ley que reglamentan toda relación humana, toda sociedad, si su ética no se fundamenta en su relación con los otros, lo que conduciría a la tolerancia, sino, en una ciega obediencia a la acción armada ¿cómo establecer entonces un diálogo entre la barbarie y el Derecho, frente a la norma jurídica civilizadora?


“La indulgencia pero no la ceguera", tal como lo calificó un pensador español, ya que el error del Caguán consistió en colocar como portavoces de la sociedad civil a un grupo de personajes que terminaron sufriendo el síndrome de Estocolmo. Creer que un tribunal internacional de justicia va a desconocer el hecho de que cada crimen debe ser castigado en “aras de la paz" es una estudiada y premeditada ingenuidad que no va a fructificar porque tarde o temprano la Farcpolítica y sus cómplices serán castigados con la energía con que se ha castigado a los protagonistas de la Parapolítica. Lo que olvidó el grupo que intentó boicotear el Encuentro Internacional de Victimas es que, no es el presidente Uribe quien se niega al intercambio humanitario, sino la Ley universal que existe antes y después de Uribe.

1 comentario:

El hijo del halcon negro dijo...

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