Por Oscar Tulio Lizcano
Junio 12 de 2009
No quedan más que sentimientos encontrados que me hacen pensar entonces en lo remoto de aquel deseo de ver a un negro como presidente de los Estados Unidos. Sentimientos encontrados, por el sinsabor que ha dejado el sueño de poder viajar desde Manizales a Nuquí por carretera.
Ha sido motivo de inmensa alegría volver a encontrarme con mi biblioteca y los libros que habitan en ella. Después de ocho años de secuestro, repasé de nuevo sus páginas. Ahora que vuelvo a ojearlos, me han causado emociones encontradas, como aquella novela política apasionante y atrayente titulada “El Hombre”. En ella, su autor Irving Wallace combina de manera brillante la ficción y la realidad. Allí, el lector se ve introducido en el centro neurálgico de
Libros olvidados en los anaqueles de mi biblioteca, se convirtieron en realidades que parecían inalcanzables. Al menos así quedó comprobado con la elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos.
El libro contiene textos de un seminario llevado a cabo el 17 de julio de 1987, auspiciado por Mario Calderón Rivera, mecenas de los proyectos caldenses. En el evento participaron conferencistas internacionales que analizaron la geopolítica del Pacífico desde el punto de vista latinoamericano, mostraron la sorprendente vitalidad de la economía asiática localizada en la cuenca pacífica y vislumbraron las ventajas comparativas que tiene nuestro país con relación a los otros. La parte del Pacífico que bordea al departamento del Chocó, con la construcción del puerto de Tribugá, no habría tenido importancia en ese seminario, si no hubiese contado con la presencia de Roberto Panero, conocedor de las potencialidades del Chocó; el belga Gunter A. Pauli, experto sobre las economías del océano Pacífico; y Elizabeth Mann; entre otros.
La clausura estuvo a cargo del ex presidente Alfonso López, quien concluyendo su conferencia, se quejó de la desatención colombiana por el mar de Balboa. Así mismo, se preguntaba en ese entonces, en 1987: si “¿sería exagerado decir que estamos a meses de superar este prejuicio?” -agrega- “al ritmo que lleva la carretera que va de Bogotá a Nuquí sólo queda pendiente la construcción de
No queda más que decir que todo sigue igual. Veintidós años después y tras cientos de páginas y páginas de literatura no han valido las llamadas de atención del presidente Uribe ni la angustia existencial de Gustavo Robledo Isaza, uno de los grandes visionarios de Colombia. Tampoco ha servido de mucho la extraordinaria labor que ha realizado la ex senadora Adriana Gutiérrez para que por lo menos se termine esta vía, ni el interés de los chinos que están buscando un complejo industrial para la producción en el Pacífico, con el propósito de abastecer y abaratar los mercados en todo el continente Americano. Y no habría duda alguna que estarían dispuestos a construir el puerto mediante concesión. Para ello, requieren una infraestructura que sólo la vía carreteable les puede garantizar para que pueda ser construido. Hace dos años el consorcio Conciviles recibió los primeros 60 mil millones para la vía de los 117 mil millones que tiene su costo.
Pero no quedan más que sentimientos encontrados que me hacen pensar entonces en lo remoto de aquel deseo de ver a un negro como presidente de los Estados Unidos. Sentimientos encontrados, por el sinsabor que ha dejado el sueño de poder viajar desde Manizales a Nuquí y desde allí ver las banderas multicolores de los barcos de todas las naciones ubicadas en el Pacífico ondeando en las costas de ese puerto.
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