jueves, 4 de junio de 2009

Reforma de las instituciones globales

Por Jorge Humberto Botero

El Colombiano, Medellín

Junio 4 de 2009

Los pilares de la arquitectura financiera global son el Fondo Monetario y el Banco Mundial, las instituciones puestas en marcha en 1946 para garantizar la fluidez de los pagos internacionales y financiar la reconstrucción de los países devastados por la guerra. Este último ha ido evolucionando para contribuir al financiamiento del proceso de desarrollo y dar asistencia técnica a los países que afrontan el desafío de superar la pobreza. El Fondo, por el contrario, no se transformó para adecuarse a un entorno en el que han desaparecido el patrón oro, primero, luego, las paridades fijas, estas, a su vez, sustituidas por la flotación de las monedas que hoy constituye la regla general.

De otro lado, el planeta ha carecido de foros adecuados para discutir los problemas que la creciente globalización e interdependencia de las economías plantea. Los países ricos han tenido su propio punto de convergencia en el "Grupo de los 7", con Rusia como invitado permanente. Los países en desarrollo tuvieron años atrás el "Grupo de los no Alineados", el cual, por ser producto específico de la guerra fría, ha perdido relevancia. Esporádicamente, y de modo poco eficaz, países ricos y pobres se han visto las caras en las cumbres de la Unctad.

La profunda crisis económica global que padecemos ha generado un amplio consenso sobre la necesidad de tener mecanismos fluidos, permanentes y dotados de amplia representatividad para discutir maneras de superarla y, una vez ello ocurra, contar con mecanismos de coordinación macroeconómica en los que participen, en condición equitativa, los principales actores de la economía planetaria.

Estas son las razones que soportan el elevado protagonismo que ha adquirido el G-20, el primer mecanismo de interlocución genuinamente igualitario entre países desarrollados y emergentes que, en conjunto, representan el 90% del PIB global.

Sumido en la irrelevancia durante largo tiempo, pocos habrían pronosticado que, en virtud de los acuerdos logrados en el G-20, el FMI habría de convertirse en factor fundamental para la resolución de la crisis y la preservación de la estabilidad financiera global. Para que pueda cumplir estos ambiciosos objetivos, se ha acordado, en primer lugar, triplicar los recursos financieros a su disposición, los cuales han de servir, entre otras cosas, para financiar una facilidad contingente que pueden utilizar los gobiernos que sigan políticas macroeconómicas prudentes en situaciones apremiantes de liquidez 

Por lo tanto, acudir al Fondo en pos de esta modalidad de financiamiento, no debe ser motivo de estigma, sino, por el contrario, reconocimiento a la buena gestión de la economía. México y Colombia han acertado al solicitar acceso a esta ventanilla financiera.

Recordemos que, en ejercicio de su función de supervisor de la gestión macroeconómica de los países miembros, el FMI produce informes y recomendaciones periódicos que los países avanzados tradicionalmente han ignorado de manera olímpica; por el contrario, tratándose de países pobres o de ingreso medio, no acatar las conclusiones de esos reportes puede significar pérdida de acceso a los recursos de la banca multilateral, o el anhelado grado de inversión que es crucial para acceder a los mercados internacionales de deuda.

Por disposición del G-20, el FMI debe analizar los impactos que las decisiones adoptadas por los actores de mayor tamaño puedan tener en otros países y en los balances macroeconómicos globales. Estados Unidos y China, al suscribir este compromiso, tácitamente han aceptado sus responsabilidades en el desempeño de la economía mundial. Cabe conjeturar que, en adelante, la voz del Fondo será escuchada con atención en Washington y en Beijing en temas tan importantes como la realineación gradual de sus tipos de cambio.

Colombia tradicionalmente ha mantenido excelentes relaciones con el FMI. Sin duda, debe persistir en esa conducta. Nadie quiere un incendio en su casa pero conviene tener el teléfono de los bomberos.

* Ultima entrega de la serie sobre las lecciones que le deja a Colombia la crisis financiera mundial.

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