martes, 2 de junio de 2009

Un debate que no fue

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Junio 2 de 2009

 

Cumplió diez años el programa de televisión Aló, Presidente, de Hugo Chávez, un espacio que empezó en formato breve -"solo" 68 minutos- y con el paso del tiempo ha adquirido kilometraje, hasta convertirse en largas sesiones de variedades, donde el primer mandatario venezolano perora, informa, canta, insulta y hasta baila. Son ya 1.536 horas, pero podrían haber sido más, y aún más espectaculares, si el decenio del espacio llega a celebrarse como se perfilaba el viernes. Y es que en ese momento se anunciaba que el festejo iba a comprender cuatro días de alocuciones del Jefe del Estado, que abarcaría un enfrentamiento con intelectuales de derecha presentes en Caracas. 


El panorama lucía bastante rocambolesco. El escritor Mario Vargas Llosa, abanderado del liberalismo, había acudido el jueves a inaugurar un foro sobre democracia y libertad, convocado por la fundación de estudios políticos Cedice. A Chávez no le entusiasmó la presencia en su territorio de alguien que lo llamó alguna vez "dinosaurio político", y mucho menos al considerar que lo acompañaban intelectuales liberales como Álvaro Vargas Llosa, hijo del novelista, y los mexicanos Jorge Castañeda y Enrique Krauze. De modo que, apenas Vargas Llosa junior aterrizó en la capital venezolana, tres días antes que su padre, fue retenido durante dos horas en el aeropuerto. Allí le advirtieron que no podía "ofender las instituciones y faltarle al respeto al Presidente". La misma observación se le hizo a su progenitor y a los demás asistentes, los cuales respondieron que su batalla era de ideas, no de actos irrespetuosos. En un momento dado se temió que los visitantes fueran expulsados de Venezuela, pues al dominicano Víctor Bisonó se le negó la entrada.

En ese punto empezó a tomar el asunto una curiosa deriva, pues se propuso un pugilato ideológico público entre una representación de Vargas Llosa y sus acompañantes y el presidente Chávez. Así, pues, Aló, Presidente, cuya maratón había empezado el jueves, se transformaba en una especie de foro de debate, donde los visitantes, a los que en un principio se quiso impedir que expusieran sus creencias políticas, quedaban invitados a hacerlo ante una audiencia millonaria, en medio de expectativa internacional y con un interlocutor que era nada menos que el inquilino del Palacio de Miraflores. 


Sonaba demasiado espectacular; no podía funcionar. Cuando los contendores aún estaban preparándose, Chávez decidió que él, como mandatario, no iba a ser contrincante sino moderador, y que la contienda debía ser entre intelectuales de derecha y de izquierda. Pero ni unos ni otros se avinieron a ese súbito cambio de reglas de juego y vino un extraño "apagón" presidencial. La emisión del sábado se suspendió, y el domingo simplemente el Presidente no salió más por la televisión. Los intelectuales se fueron, Vargas Llosa declaró que "los caudillos no saben dialogar" y, como en el poema de La perrilla, finalmente no pasó nada: ni alocución, ni desafío, ni foro, ni expulsión del país. Solo quedó en firme algo que anunció Chávez al comenzar la frustrada maratón oratoria, y es que se propone cerrar el canal Globovisión, una de las pocas voces de oposición que subsisten en la pantalla. 


La actitud del mandatario terminó por otorgar la razón a los visitantes, que criticaron la falta de libertades en Venezuela. Chávez no solo "dio papaya", sino que "cañó" con el tal desafío y perdió en ambos casos. Mucho más prudente, su amigo Evo Morales recibió en esos mismos días a una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa y, como lo cuenta el presidente de la entidad, Enrique Santos Calderón, conversó durante dos horas con ella en ambiente de franqueza y distensión. No solo por esto, sino por los informes de los medios de comunicación, la SIP opinó que, pese a todo, en Bolivia existe libertad de prensa. Conclusión muy distinta de la de Vargas Llosa y sus colegas, que salieron convencidos de que el gobierno venezolano "se acerca cada vez más a una dictadura comunista".

 

 

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