jueves, 4 de junio de 2009

Un gesto de nobleza

Editorial

El País, Cali

Junio 04 de 2009

Como se esperaba, y aunque todavía no produzca resultados prácticos, la 39 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, OEA, decidió derogar la resolución que hace 47 años expulsó a Cuba de su seno. Fue la respuesta obvia al consenso previo que existía en los países latinoamericanos, que rescata en algo la imagen que carga la entidad panamericana. 


Citado para hablar de la cultura de la no violencia, el certamen que cada año reúne a los cancilleres del continente terminó casi consumido por el regreso de Cuba. Que no es un asunto que divida a los gobiernos ni trasnoche a sus naciones, como quieren mostrarlo los regímenes populistas de la región, sino el reconocimiento de los hechos. Hoy, y con la excepción de los Estados Unidos, toda América tiene relaciones de uno u otro orden con la isla. Y si bien no están de acuerdo con el régimen castrista, que ha asfixiado a los cubanos en los últimos 50 años, han hecho lo posible por obtener utilidades en los negocios que realicen o por solidarizarse con el pueblo de esa hermosa isla. 


Tampoco es una rectificación histórica, como se pretende dar a entender. Para refrescar la memoria, basta recordar el inmenso daño que le causó a Latinoamérica el régimen comunista, al convertirse en el promotor de la guerrilla y la violencia en el continente. Colombia fue la gran víctima de esos delirios, como lo demuestran los hechos de sangre, muerte y dolor producidos por el ELN y las Farc, el uno nacido por orden del Gobierno de La Habana y el otro su protegido. Esa intervención descarada, y el desafío contra los Estados Unidos al transformar la isla en la plataforma del poderío atómico de la Unión Soviética, fueron las causas de la resolución. Y produjeron además el bloqueo del país norteamericano, un anacronismo que castiga a los cubanos y sólo ha servido para apuntalar el desvencijado régimen de los hermanos Castro. 


No existió pues intención de atacar al pueblo cubano, sino de sancionar al régimen que entonces como ahora lo asfixia. Y lo que se está produciendo es un acto de nobleza, que debe ser entendido como la apertura para lograr que regresen la democracia y la libertad a la isla. Esas palabras fueron excluidas de la resolución que deroga la adoptada en 1962, cuando los ataques del castrismo contra Venezuela la hicieron inevitable. Curiosamente, fueron los integrantes del llamado Alba, encabezados por el Gobierno venezolano, los que se opusieron a que en la resolución derogatoria se hablara de libertad y democracia y se condenara la intervención en asuntos de los demás países. 


Por lo demás, hay que reconocer que el régimen castrista ha manifestado poco interés en reintegrarse al sistema americano. Y que la resolución es un acuerdo para generar el consenso y evitar el fracaso de la Asamblea, por lo cual no menciona los tratados que tendría que aceptar Cuba, como la Carta Democrática Interamericana, en un proceso que cumpla los principios de la OEA. Quiere decir que el regreso pleno implica reconocer la libertad del pueblo cubano y el respeto a la oposición. Quizá por ello los hermanos Castro demorarán en aceptar el regreso de su país a la comunidad americana. 

 

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