Por Ernesto Rodríguez Medina
El Nuevo Siglo, Bogotá
Junio 13 de 2009
Todo el mundo habla por estos días del desempleo galopante que vive el país, pero nadie se refiere a un problema también mayúsculo sobre el mismo tema: el desempleo del presidente Álvaro Uribe a partir del 7 de agosto del 2010.
Después de seis años de frenético y compulsivo ritmo en su quehacer presidencial nos hemos acostumbrado a identificar su figura con la de un líder emprendedor, trabajador, para el que no cuentan las horas de sueño y de descanso y que esa dolce far niente, esas delicias de la vida ociosa de las que nos hablan los italianos, no han tenido sentido para el hoy primer mandatario de los colombianos.
Con más de 200 consejos comunitarios a cuestas, en maratónicas jornadas, mismos colombianos hemos sido testigos teleaudientes de un Uribe convertido en alcalde de pueblo, en concejal, en personero, pero también en aguerrido e implacable jefe de la oposición, regañando a sus ministros y funcionarios de segundo nivel y hasta de quinto, por lo que hacen mal o han dejado de hacer bien.
Como su consigna ha sido, desde siempre, “trabajar, trabajar, trabajar” y aunque sus malquerientes digan que sus trasegares implican mucha transpiración pero poca inspiración, Uribe siempre saca tiempo de donde no lo hay para hablar con todo el mundo, llamar a las emisoras, a los periódicos, a quien sea necesario para “aclarar las cosas y para que la gente sepa”. Siempre proactivo, atropellador y no pocas veces beligerante.
Todo pues nos indica que Uribe lo único que sabe hacer es laborar, atarearse, ocuparse, afanarse. Por eso mismo, a la luz de los acontecimientos pesimistas que rodean el famoso y estropeado referendo, es bueno que comencemos por imaginarnos el escenario que quedará montado en pocos meses cuando nuestro admirado personaje haga mutis por el foro. Perdón, ¡que estamos escribiendo! ¿Cuál mutis? y ¿cuál foro?
Sinceramente nosotros no percibimos a Uribe dedicado a la poesía como, por ejemplo, lo está su excolega Belisario. Ni tampoco lo vemos dedicado a las rutinas de invitado especial en foros de toda clase como en su momento lo fungió el expresidente Pastrana, papá, porque el hijo ya sabemos que, como Samper, está dedicado es a propiciar sus propias resucitaciones. Creemos, por el contrario, que se va a convertir en una fusión de los temperamentos y actuares de Alfonso López y Carlos Lleras, pero a la enésima potencia.
Será pues un verdadero espectáculo. ¿Montará un periódico, una revista, una emisora, un blog en línea?
Seguro que sí y también dictará conferencias, hará simposios, seguirá haciendo conversatorios. Opinará sobre lo divino y sobre lo humano. Pero sobre todo monitoreará que las cosas se hagan y se hagan bien y pronto. Con su inmenso capital político y el gran respaldo de la añoranza de sus millones de seguidores y de admiradores se ubicará en el centro de la acción y de la opinión.
En todo caso estamos ciertos de que Álvaro Uribe Vélez tendrá más trabajo en los próximos años que en los que acaban de pasar. Sus adversarios van a lamentar haberse opuesto a su reelección, pero sobre todo pobre próximo Presidente y pobres líderes de la oposición.
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