sábado, 13 de junio de 2009

Vuelve y juega el caso de Aisalla

Editorial

El Mundo, Medellín

Junio 13 de 2009

La Procuraduría General del Ecuador informó el jueves que “en representación del Estado Ecuatoriano, como parte de la Convención Americana de Derechos Humanos, presentó la demanda formal, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en contra de Colombia por su responsabilidad internacional por la violación del derecho a la vida, garantías judiciales y a la protección judicial en perjuicio del ciudadano ecuatoriano Franklin Guillermo Aisalla Molina”. Agrega el comunicado que éste “fue privado arbitrariamente de su vida por agentes de la fuerza pública de Colombia en el marco del Operativo ‘Fénix’, circunstancia que originó también la afectación de los derechos humanos de sus familiares”. Se considera que “el Sistema Interamericano de Derechos Humanos es la vía legal apropiada para conocer y resolver este reclamo por violación de un derecho fundamental, el derecho a la vida, que de no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón de dicho carácter, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo”.


Generalidades que nadie discute y que parecen bastante obvias, pero prejuzga el procurador ecuatoriano, Diego García, cuando afirma que la muerte de Aisalla fue un acto arbitrario, es decir, según el DRAE, “un proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho” del que lo comete. ¿En qué cabeza cabe que el Ejército colombiano, aquella noche del 1 de marzo de 2008, tuviera el deliberado propósito de matar personas indefensas? La que sí fue deliberada y magníficamente planeada, después de arduo trabajo de inteligencia, fue la ‘operación Fénix’, mediante la cual se bombardeó el campamento clandestino de las Farc en Angostura, Ecuador, con saldo, como ya se sabe, de 26 personas muertas, entre ellas, Luis Édgar Devia Silva, alias ‘Raúl Reyes’, uno de los terroristas más buscados por las autoridades colombianas e internacionales. Lo que nuestro Ejército esperaba encontrar allí no era propiamente un grupo de boy scouts sino una tropilla de guerrilleros, los más leales y mejor entrenados y armados, encargados nada menos que de la protección del segundo comandante de la organización.


Después se dijo que además de guerrilleros, entre las víctimas se encontraban cuatro ‘estudiantes’ mejicanos y un ‘cerrajero’ ecuatoriano de nombre Franklin Aisalla. El gobierno del presidente Correa puso entonces el grito en el cielo, habló de “vil asesinato” y de que apoyaría a la familia en cualquier demanda que presentara contra el Estado colombiano. Aun aceptando, en gracia de discusión, que no era una coartada sino realmente estudiantes que estaban allí de visita y de un cerrajero contratado para arreglar una puerta, habría que admitir que su muerte no fue una acción deliberada del Ejército sino el resultado fortuito de encontrarse en el lugar y en el momento equivocados. Pero resulta que la investigación de los hechos, tanto por parte de autoridades colombianas como de la Comisión Técnica de Solvencia Moral e Independencia, integrada por ex oficiales del Ejército, la Policía y miembros de la sociedad civil del Ecuador, apoyadas en buena parte en las revelaciones de los computadores de ‘Reyes’, es concluyente en el sentido de que Aisalla no era un simple cerrajero, sino un experimentado colaborador de la guerrilla y una persona de toda la confianza del comandante ‘Reyes’. Agentes de Inteligencia Militar del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador le seguían la pista desde 2003, cuando se sospechaba que tenía nexos con las Farc.


En su último informe, la mencionada Comisión estableció que hubo una relación entre el II Congreso Continental Bolivariano (CCB), celebrado en Quito entre el 24 y el 27 de febrero de 2008, con la visita de algunos de sus participantes al campamento de ‘Reyes’ en Sucumbíos. Los participantes del CCB conocían desde octubre del 2007 la existencia del refugio guerrillero en Ecuador, al que llamaban eufemísticamente “Campamento Bolivariano por Nuestra América”, y asistieron allí a un ‘seminario’ dictado por el comandante, justo una semana antes de la ‘Operación Fénix’. No queremos imaginarnos lo que habría pasado si caen allí todos esos camaradas de la insurgencia continental.


Pero siguiendo con la historia de Aisalla, el informe lo vincula a dos extranjeras que harían parte de la comisión internacional de las Farc: Audoret Milliot, de nacionalidad francesa, residente en Venezuela y colaboradora de ‘Iván Márquez’, uno de los miembros del secretariado de las Farc; y Reiyenri Rossi, de nacionalidad chilena. Estas señoras “llegaron al país con varias semanas de anticipación y contaron con el apoyo permanente de Franklin Aisalla y Nubia Calderón, representantes de las Farc en Ecuador”, y fueron éstos los encargados de guiar a los delegados hasta su encuentro con ‘Reyes’. Cabe recordar que Calderón, compañera sentimental de Aisalla, estaba aparentemente desaparecida desde el ataque al campamento de ‘Reyes’, pero todo indica que gozaba de protección de autoridades ecuatorianas mientras se recuperaba de sus heridas y luego apareció en Managua como otra de las heroínas del señor Ortega.

Queda, pues, claro que el señor Aisalla no murió mientras componía el candado de la habitación del comandante ‘Reyes’, en cuyo caso habría sido un lamentable accidente. Era uno de los integrantes del grupo terrorista, condenado por las autoridades internacionales, que Colombia perseguía con pleno derecho.

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