Editorial
El Espectador, Bogotá
Agosto 22 de 2009
Múltiples protestas y voces encontradas sobre las bondades y peligros de la misma copan el escenario de estos días. Y no es para menos. Cambios profundos están ocurriendo, cambios que tendrán un impacto de largo plazo.
La polémica no es nueva. Hace ya una década que el gobierno venezolano intenta hacerle cambios al sistema educativo. Los momentos políticos de alta tensión como los de los años 2001-2002 (que terminaron en golpe de Estado) y de finales de
No cabe duda de que se trata de un asunto temerario. El Gobierno ha definido
Los puntos álgidos que tienen enfrentados a los venezolanos son varios. Además del carácter laico de la educación, el contenido del currículo, la carrera docente, la participación de los consejos comunales como corresponsables junto con los padres del proceso educativo, la concepción del Estado docente, el ingreso a las universidades públicas y privadas y el costo de las matrículas en los colegios privados, están otros temas que no han sido aún lo suficientemente discutidos. La interpretación que se haga de lo que en
Una Ley, en suma, que le fue presentada al pueblo venezolano bajo el argumento, nada desdeñable, de acceder a una educación incluyente y gratuita para todos, una educación supuestamente “emancipadora y liberadora” que sin embargo se fundamenta en la prohibición y la censura.
El proyecto político de Chávez avanza y se radicaliza día a día. La sociedad venezolana, como es obvio, no para de dividirse. ¿Y qué opciones tienen aquellos que no comparten los cambios, que no son pocos? Los opositores podrían recurrir a un referendo abrogatorio, que es un proceso largo y plagado de trabas. Pueden marchar y protestar a la espera de un improbable revés de la norma. O pueden simplemente rendirse e irse del país, siguiendo al pie de la letra la invitación que en repetidas ocasiones les ha hecho Chávez a los que no compartan su ideal de revolución y de la “creación del nuevo hombre”. El espacio se reduce y la posibilidad de respirar para los que no están de acuerdo con el proyecto es cada vez menor.
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