martes, 31 de marzo de 2009

¿Cambio de estrategia?

El Editorial 

El País, Cali

Marzo 31 de 2009

La última carta de las Farc al grupo Colombianas y Colombianos por la Paz ha producido reacciones encontradas. Unas de esperanza, porque parece facilitar el intercambio humanitario de secuestrados por guerrilleros detenidos. Y otras de escepticismo, ante los incontables incumplimientos de los firmantes de la misiva, y sus recientes ataques, que de nuevo cubren de sangre a la Nación. 

Acompañado de las acostumbradas diatribas con las cuales pretenden justificar sus actos terroristas, el texto da a entender que el despeje de Florida y Pradera ha pasado a un segundo plano dentro de las exigencias de la guerrilla. Debieron pasar cinco años para que los cabecillas de las Farc entendieran que tal concesión era imposible, tanto porque el Gobierno Nacional sabía el enorme riesgo que significaba para nuestra región, como por el rechazo unánime de los vallecaucanos, en especial, de los habitantes de esos municipios. 

Pero en el cambio también debió pesar la condena casi unánime de la comunidad internacional por los crímenes de lesa humanidad que las Farc cometen a diario contra seres humanos. ¿O de qué otra manera puede calificarse los abusos contra la libertad y los males que padecen los secuestrados que ofrecen en el canje, muchos de los cuales llevan más de diez años separados de sus seres queridos? Que no se venga a decir ahora que son prisioneros de guerra, porque durante toda su tragedia han sido utilizados como objetos publicitarios y sus derechos a la libertad y a la salud les han sido negados y sus familias explotadas para presionar decisiones.

Más delicado aún es que la guerrilla afirme que no son 22 sino 20 los soldados y policías que serán entregados en el intercambio. ¿Dónde están los otros? O que afirmen que los secuestrados por razones económicas son sólo 9, contrariando las informaciones de miles de familias que han sido objeto de toda clase de extorsiones. Muchas de ellas han pagado más de una vez el plagio y algunas han recibido apenas los restos de sus seres queridos. Son seres anónimos de todos los estratos sociales, a quienes les atropellaron su dignidad y los usaron para el enriquecimiento de sus victimarios. ¿Dónde están? 

La carta anuncia el envío de pruebas de supervivencia de los policías y soldados en su poder, para “dinamizar el camino hacia la paz”. Y exige garantías para sus voceros en el posible diálogo. Cabe preguntar, entonces, por qué ahora es tan fácil la hipotética negociación que durante años se han empecinado en volver imposible. Y por qué ahora, cuando es evidente su acorralamiento por la Fuerza Pública y la opinión nacional, las Farc vuelve a pensar que “otra Colombia es posible y se puede forjar entre todos”. ¿Acaso es hora de creerles? 

Para terminar, el movimiento anuncia la entrega a su madre de los restos del mayor Julián Ernesto Guevara. Y pide que se presione al Gobierno para que devuelva los cadáveres de alias Raúl Reyes y alias Iván Ríos, los cuales ya fueron entregados a sus familiares en Bogotá y Pereira, respectivamente. Aunque llega tarde, su ofrecimiento sólo ratifica la crueldad que han cometido con quienes han caído en las garras del terrorismo con que la guerrilla pretendió imponer sus criminales designios.

 

La coartada antipartidista

Por Orlando Arenas Tamayo

El Mundo, Medellín

Marzo 31 de 2009

Nunca he podido tragarme el cuentecito del señor Sergio Fajardo en materia política por considerarlo gaseoso, probablemente original, lo que no es garantía de bondad y muy por el contrario, peligroso para la salud de una verdadera democracia que no puede cifrar sus propuestas de futuro sobre las actitudes antipartidistas o antipolíticas que exhiben estos “yupis”, hijos de papi que pueden darse el lujo de deslegitimar los partidos para legitimarse en sus intenciones de acceder al poder. Obviamente no se requieren partidos sino para que otorguen los avales, luego de lo cual serán aniquilados sin clemencia de ninguna naturaleza, pues ya no serán necesarios y por el contrario, estorban en las pretensiones de gobernar sin contrapesos, combatiendo la corrupción en los demás, pero cargando la propia y eso sí, alegando estar enfrentando la podredumbre de los viudos del poder.

Para sus propósitos cuentan con la suicida complicidad de los partidos, debatiéndose en divisiones estériles y recibiendo alborozados las adhesiones de estos “prohombres” que los desprecian profundamente. Así nuestras organizaciones políticas, olvidando sus idearios seculares, les dan la espalda a sus líderes para acoger a los peregrinos ideológicos, irreverentes, que reclutan a los jóvenes en la política y los inducen a militar en las toldas del antipartidismo. 

El gasto publicitario de la administración Fajardo era escandaloso y servía para construir un paradigma que hoy se exhibe como el hombre providencial para la gobernabilidad sin corrupción y corruptos. Ojalá dieran a conocer la cifra de tales gastos para que cayeran algunos mitos. Nunca quedó clara la negociación de Orbitel y cuando la Contraloría de Medellín señaló irregularidades, entonces pidieron que la investigación la asumiera la General de la República. El sindicado determinando el juez y nadie dijo nada. Luego de su alcaldía apareció pagado por el grupo “Prisa” de España en Caracol Radio, ganando un jugoso sueldo para prepararlo en las futuras tareas de servir los intereses de este inmenso oligopolio español. Y el procedimiento para cautivar ingenuos es muy simple: hágase pasar como un hombre sencillo, échele la culpa de todos los males de este país a los políticos, despotrique de los partidos, móntese en los buses a hacerse propaganda con una botella de agua o una bebida ligh, use blue jeans y lleve unos volantes con frases efectistas y una imagen fresca y frívola del candidato o haga un reporte en el que se destaque el “nada qué ver” con la política pero pidiendo el respaldo ciudadano, mejor dicho y como dice el Chapulín “sin querer queriendo” y el desapego por las fórmulas partidistas, denostándolas como pasadas de moda, no se ponga una corbata ni de vainas y cada que pueda despréciela para ponerse a tono con el resentimiento social que aquella prenda suscita y ya está listo el candidatico para tomarse el poder y obviamente emborrachar con él al complacido club internacional que le vendió cara su afiliación. 

Es la coartada del antipartidismo para hacerse con las riendas del país a lo que debemos oponernos, con partidos modernos, reglas claras y programas y que no sean vehículos de la antipolítica, larvada en oligarcas de overol que han sido madurados, como los aguacates, a punta de periódicos. Yo, por lo menos, voté por Luis Pérez Gutiérrez, aunque creo que Alonso lo está haciendo bien y votaré por un hombre de partido que garantice la continuidad del gobierno de Uribe, si éste no decide continuar.

 

Una necesidad social

Editorial

El Colombiano, Medellín

Marzo 31 de 2009

La construcción de vivienda de interés social no solo es una respuesta adecuada a la crisis. Los déficit crecientes muestran que ha sido un problema desatendido. En esta coyuntura, hacer vivienda para estratos bajos, activa la economía y soluciona un problema social.

La vivienda de interés social (VIS) aparece como gran protagonista solo en dos ocasiones: en cada situación de crisis y en cada campaña electoral, cuando se hacen las promesas de rigor que tienen que estar en el menú obligado de todo programa de candidato a presidencia, alcaldía o gobernación.

Eso precisamente acaba de ocurrir con ocasión del conocimiento de la cifra de crecimiento negativo en el último trimestre del año pasado. Nuevamente el anuncio es que se hará un énfasis especial en la construcción de vivienda de interés social.

La VIS tiene varias restricciones que deben resolverse. La primera es la disponibilidad real de tierras. La segunda es que, existiendo la tierra, los Planes de Ordenamiento Territorial definan los usos que permitan desarrollar vivienda con este propósito. Tercero, que sean soluciones adecuadas para las necesidades de la gente y tengan dotación de servicios públicos, incluido el transporte, y, finalmente, que se logre estructurar proyectos atractivos y viables para la participación de las firmas privadas de construcción.

Resolver el conjunto de requerimientos necesita entre seis y dieciocho meses. Una eternidad si de lo que se trata es de reactivar la demanda de insumos de la construcción y del empleo directo e indirecto que genera el sector. Si una ciudad tiene un camino recorrido en esta dirección, puede acelerar el proceso y sacarles partido a los recursos que el Gobierno destinará para este propósito.

Medellín debe ser la primera en beneficiarse con esta iniciativa. El déficit efectivo de viviendas, según el censo de 2005, es de 41.000 unidades. El número de viviendas que necesitan reformas o mejoras es de 40.000 más. En el Plan de Desarrollo se dispuso construir 15.000 en este cuatrienio, cifra que supera varias veces lo alcanzado por las dos últimas administraciones sumadas. Los planes actuales solo resolverían poco más de la tercera parte del déficit. Luego, hay posibilidad de ser más ambiciosos.

Dado el avance que ha tenido la estrategia de vivienda, que incluyó la creación de un instituto encargado del tema, estaría dentro de lo posible acelerar los procesos de ejecución y ampliar las metas con los recursos del Gobierno central. En esta coyuntura se requiere de la mayor celeridad para la puesta en marcha de estos planes y así tener un efecto positivo sobre el empleo. Los niveles de desocupación de los segmentos más pobres de la población ya superan el 50 por ciento.

Las cifras del déficit de vivienda en el Valle de Aburrá son mayores y los programas de las demás administraciones municipales son menos ambiciosos. Este es un problema metropolitano y si no se planea y resuelve integralmente, lo que terminará ocurriendo es un reasentamiento que concentre más población en Medellín. Con la situación social de la ciudad, hacer vivienda para estratos bajos resuelve el problema habitacional, reactiva la economía y genera empleo. Lo importante es pasar del dicho al techo.

 

El debate de la dosis mínima

Por Saúl Hernández Bolívar

El tiempo, Bogotá

Marzo 31 de 2009

Es curioso, cuando menos, que quienes pretenden dirimir el tema de la penalización de la dosis mínima son consumidores que se favorecen con el permiso de comprarla, portarla y meterla sin ser molestados por las autoridades. Algo similar ocurre con el drástico Pico y Placa de Bogotá, al que los únicos que le ven ventajas son los que andan en vehículo oficial, y los que no tienen carro. A este paso, quienes van a decidir lo del referendo de prisión perpetua para violadores de niños van a ser el monstruo de Mariquita y Luis Alfredo Garavito (ah, y Valencia Cossio).

Mientras que se procura restringir la venta de alcohol a menores, controlar su consumo en espacio público, erradicar el humo del tabaco hasta de los estadios, impedir que se reviva la publicidad de cigarrillos en la televisión y hasta la venta de antigripales sin fórmula, se ha exacerbado el contradictorio mensaje de que todos tenemos derecho a darnos en la cabeza, que las drogas son una maravilla, que si uno es un adicto -o sea un enfermo- no lo pueden obligar a curarse, y que el adicto no le hace daño a nadie. Todo eso en el marco de una campaña que propugna un nuevo paradigma en materia de políticas antinarcóticos, que porque "la guerra se perdió" y dizque basta con legalizar para que las penurias asociadas con el 'business' se derrumben como un castillo de naipes.

Aceptemos, en gracia de discusión, que los consumidores (¿ocasionales?) que han escrito en la prensa sendas defensas de la bareta y el perico no son viciosos y, por tanto, no tienen prejuicios contra las drogas, así como la mayoría no los tenemos contra el alcohol y el tabaco. Sin embargo, no por ello puede negarse que el alcohol y el cigarrillo producen adicción y destruyen miles de vidas y de familias. Y matan de cirrosis, cáncer, enfisema, riñas, colisiones...

Eso es lo que no quieren reconocer los defensores del pucho, que estas sustancias son de un altísimo grado de nocividad y que no porque a ellos les vaya muy bien con su uso 'recreativo' se pueden ocultar e ignorar sus consecuencias. Es que no todos corren la misma suerte. No están igual de expuestos a buscar el sucedáneo de las drogas los hijos del doctor Carlos Gaviria -padre de la despenalización- que unos muchachos de barriada sin pasado ni futuro.

Además, el cuento de que el mundo entero avanza hacia la despenalización no es del todo cierto. En Suecia se pasó de una estrategia de facilitación de drogas a los adictos a prácticamente la erradicación total con la misma estrategia que quiere implementar el Gobierno aquí: sentenciando al consumidor no a prisión sino a rehabilitación.

Es razonable suponer que un adicto no es un criminal, sino un enfermo, pero es inaceptable el argumento de que el adicto tiene derecho a mantener su enfermedad, a negarse al tratamiento. Esto no es opcional, porque el adicto no sólo se hace daño a sí mismo sino a los demás. Una cosa es negarse a tratamientos que prolonguen la vida inútilmente, en menoscabo de la dignidad humana, y otra es negarse a recuperar la dignidad.

Y si hay algo cierto en todo esto es que este debate no lo pueden dar los drogos, son enfermos y tienden a no reconocer su problema. En cambio, las mamás, los profesores y los expertos sí ven claramente el despeñadero por el que vamos. El siquiatra sueco Nils Bejerot dice que el número de consumidores de droga crece o disminuye según el grado de permisividad de las leyes, y el toxicólogo Ulf Rydberg, del instituto Karolinska, afirma que está comprobado que "hacer difícil o penalmente arriesgado el acceso a la droga hace que renuncie a usarla el 50 por ciento de los consumidores ocasionales".

Los especialistas también coinciden en que para prevenir debe haber control social, "...un claro mensaje de rechazo al consumo", pero aquí estamos en el mundo de Subuso: el que fuma bareta lo hace donde quiere, el que fuma pielroja sólo donde puede; ya no lo dejan ni acompañar un tinto.

 

lunes, 30 de marzo de 2009

La marca Medellín después del BID

 

Por Juan Isaza

Portafolio, Bogotá

Marzo 28 de 2009


Mucho se ha hablado por estos días de la importancia de que Medellín hubiera sido la sede de la Reunión de Gobernadores del BID, pero poco se ha dicho sobre las implicaciones que ello tiene para la ciudad desde el punto de vista de
branding.


Lo primero que hay que aclarar es que las ciudades, así como las regiones o los países son marcas. Marcas, en el mismo sentido en que lo son Coca Cola y Pepsi. Esto, que muchos ya saben, para otros, como algunos dirigentes políticos todavía es algo que cuesta entender. Para explicarlo, basta decir que una marca es un nombre en torno al cual se generan un conjunto identificable de asociaciones.


Puede ser una definición muy general pero es la única forma como podemos explicar por qué una ciudad como Medellín puede y debe ser vista como una marca. Sobre ella se toman decisiones (visitarla, otorgarle un préstamo o desarrollar allí un evento, por ejemplo). Y las asociaciones son aquellas ideas o conceptos que un grupo objetivo de personas tiene sobre ese nombre o denominación. De modo que conceptos o ideas como: Flores, fiesta, alumbrados, metro o pujanza, son asociaciones que muchos tienen en su mente vinculada a la marca Medellín.


Lo interesante de las marcas y de las asociaciones que están vinculadas a una marca cualquiera es que son dinámicas y todo el tiempo requieren de esfuerzo para que no se pierdan. Porque si no se les da mantenimiento, esa asociación comienza a desaparecer de la mente de las personas (que es el lugar donde habitan las marcas) o empieza a ser reemplazada por otras asociaciones que no son tan deseables. Es por esto que una marca de gaseosas o de zapatos con la cual teníamos una cercanía muy importante hace unos años y ahora no, es quizás porque ahora tiene unas asociaciones que ya no nos resultan tan atractivas. O al contrario, una marca que antes nos era indiferente, de repente empieza a interesarnos porque la vinculamos, es decir, nos genera asociaciones con elementos que nos gustan o nos interesan.


Lo mismo ha ocurrido con Medellín. En los años 90s las asociaciones de la marca estaban siempre vinculadas principalmente con la violencia. Hoy las principales asociaciones (al menos para un colombiano promoedio) tienen que ver con desarrollo y progreso. Medellín suma desde ahora “sede de la asamblea del BID” como una de las asociaciones más importantes, una asociación que hoy tienen muy pocas ciudades de América y que está vinculada a conceptos como “globalidad”, “relevancia internacional”, entre otras, que seguramente serán claves para seguir fortaleciendo las asociaciones positivas en torno a la marca Medellín.


Ahora, lo más importante y sin lo cual todo lo además carece de sentido es que las asociaciones generan valor. Y para explicarlo en términos simples, basta mencionar lo importante que es para una marca de gaseosas, por ejemplo, estar vinculada en la mente de la gente a un grupo o cantante muy popular, o a conceptos como alegría u optimismo, por ejemplo. Es por todo esto que el tema del valor de marca es tan relevante para una ciudad. El valor de marca es un activo que las compañías incluyen hoy en día en sus balances. Así que las marcas deberían ser parte del informe que un alcalde entrega a su sucesor, por ejemplo.

Hace algún tiempo trabajé para un proyecto que buscaba crear un plan de mercadeo para la ciudad de Medellín del cual salieron hallazgos muy interesantes y de los cuales se aplicó muy poco. Lo interesante es que descubrimos que las asociaciones de marca potenciales que tenía Medellín eran increíbles, únicas y que debían comenzar a construirse de manera estratégica y organizada. Hoy la Asamblea del BID demuestra que Medellín es una marca lista para que le lleguen asociaciones muy positivas que vayan poco a poco borrando y desplazando a aquellas indeseables que ha vivido la ciudad en otras épocas. Qué bueno que los dirigentes políticos entiendan el valor de Medellín como marca y comiencen a sumar no sólo asociaciones como ésta que hoy nos llena de orgullo a todos sino aquellas que estratégicamente harían a la marca Medellín una marca sólida, tal vez una de las marcas más valiosas del continente.

 

En lo del Palacio de Justicia "hubo una justicia selectiva"

General (r) Rafael Samudio Molina

(Entrevista por Diana Durán)

El Espectador, Bogota

Marzo 29 de 2009 

El general (r) Rafael Samudio Molina dice que no tiene dudas sobre la financiación del narcotráfico al M-19 para ejecutar la toma del Palacio de Justicia. El sostiene que la justicia debería revisar el indulto del que fueron beneficiarios los integrantes del M-19. Y calificó el proceso del Palacio como una guerra jurídica contra el Ejército. La toma ocurrió el 6 y 7 de noviembre de 1985. El ex comandante del Ejército, general (r) Rafael Samudio Molina, habla por primera vez desde que se conoció la noticia de la preclusión de su caso en el expediente que lleva la Fiscalía por la desaparición de 11 inocentes en el holocausto del Palacio de Justicia. En su estilo vehemente y frentero, sostiene que detrás de la cruenta toma estuvieron las mafias del narcotráfico.

¿Cómo recibió la preclusión de su proceso?

 Una satisfacción de que en el caso mío se hizo justicia.

 

 ¿Y en el caso de quién no?

 

 No, es que el caso mío es personal, yo no estoy hablando de otras situaciones.

 

 ¿Cómo ve que tantas personas que estuvieron con usted en la retoma del Palacio de Justicia estén hoy judicializadas?

 

No es ninguna retoma. Ni los del M-19 se tomaron el Palacio de Justicia ni la Fuerza Pública lo retomó. La toma no fue otra cosa que un asalto armado por grupos de guerrilleros, terroristas, en una acción terrorista que suspendió el régimen constitucional al impedir el libre funcionamiento de los más altos tribunales de la justicia como lo son la Corte Suprema y el Consejo de Estado. La acción del Ejército y la Policía fue una operación militar, legítima, en cumplimiento de un deber y con una misión muy clara: recuperar la sede judicial, restablecer el orden jurídico que se había roto y rescatar a los rehenes. Lo que pasa es que con el tiempo esa acción ha ido teniendo alteraciones, porque la historia a veces no es la historia. No es como la cuentan muchas veces, sobre todo cuando tenemos unos hechos que tienen más de 23 años.

 

 ¿Cómo se explica que esa historia la hayan modificado, como usted dice?

 

Porque la acción del Palacio de Justicia ahora se redujo a unas personas, que yo no entro a analizar de más, 11 desaparecidos y otra que se dice guerrillera esté muerta. A eso se redujo.  Los medios, en esa época, registraban una situación y una historia diferente. Ahí sí se valoraba lo que verdaderamente había significado para el país y la institucionalidad la decisión del gobierno del presidente Betancur y cómo la cumplió la Fuerza Pública.

 

 Recapitulemos cómo fue el asalto y la llegada de ustedes al Palacio.

 

No, el asalto fue un acto terrorista. Pude ser víctima de esa acción terrorista porque yo estuve en el Palacio ese día, un poco antes de las 11 a.m., y el asalto se materializó a las 11:30 a.m. Yo entré inerme, desarmado, prácticamente con un acompañante de escolta y entré al Palacio a cumplir una diligencia judicial en el Consejo de Estado, no recuerdo exactamente cuál. Cuando llegué a mi oficina prendí la radio y me dijeron que estaban dando una información sobre un asalto del M-19 al Palacio de Justicia e inmediatamente desencadenó las decisiones políticas que implican el empleo de la fuerza y los planes que estaban previstos de manera general, no específicamente para el Palacio, que se denominaba plan Tricolor y que había sido expedido en el año de 1983. Yo asumí el cargo de comandante del Ejército en enero del 85, o sea que encontré el plan ya hecho, y los planes son para ejecutarse si se concretan las hipótesis que dan origen al plan.

 

Usted está en el comando del Ejército, escucha las noticias y ¿qué pasa? ¿Lo llama el presidente Betancur, o el ministro, o quién?

 

No, yo no hablé con el Presidente de la República. El Ejército es una organización vertical, y en ninguna entidad se pueden controlar miles de funcionarios regados en todo el país, que al fin y al cabo son individualidades. Simplemente se pone en ejecución el plan, que fue el Tricolor.

 

Pero hubo una reunión antes de que empezara todo…

 

Se recibió la información del asalto y se ordenó ejecutar el plan Tricolor. Estábamos conmocionados, qué hecho más grave que un asalto al Palacio de Justicia, amordazar el más alto tribunal, que es la Corte Suprema, eso es romper el orden jurídico y la obligación legal de la Fuerza Pública y del Gobierno era atender esa situación con la gravedad que implicaba. Fue una situación que duró 28 horas, el Ministro de Defensa convocó a una reunión en su despacho, asistió el comandante general, los comandantes del Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y el director de la Policía. El Ministro de Defensa empezó su comunicación con el Presidente de la República y las unidades empezaron a cumplir el plan.

 

¿Cómo ve que los procesos judiciales han estado tan enfocados en la recuperación del Palacio y no del asalto que, finalmente, fue la acción ilegal?

 

Eso es lo que nosotros nos preguntamos. Le da a uno la sensación de una justicia selectiva. Que a unos se les procesa, otros fueron amnistiados, a otros se les reabre investigaciones sobre la base de que se violó el Derecho Internacional Humanitario, que son crímenes de guerra, pero con los otros, los del M-19, los causantes de la reacción del Ejército, que sí fueron crímenes de guerra opera la prescripción, la extinción de la investigación, entonces le queda a uno la triste sensación de una justicia selectiva.

 

¿Usted cree que en lugar de la amnistía se debió haber realizado un proceso distinto con el M-19?

 

La amnistía o el indulto que se le dio al M-19 era una necesidad para el país en su momento y se dio. Pero no se ha debido dar la apertura de una investigación orientada hacia unos desaparecidos que es motivo de investigación, está la justicia actuando, no hay sentencias todavía. Esa investigación puede concluir en casación en la Corte Suprema de Justicia, esa es la realidad de todo eso.

 

¿Cómo entiende que el general (r) Jesús Armando Arias Cabrales haya sido llamado a juicio, a pesar de que a él no lo culpan directamente de las desapariciones sino por ser el superior de los comandantes de escuelas, y que a usted, que era el superior de todos, lo hayan absuelto?

 

Eso hace parte del sumario, a mí no me corresponde investigar si hay desaparecidos, si hay muertos, quién los hizo, esa no es mi función sino que le corresponde a la Fiscalía. Si considera que debe acusar, hacerlo para que se adelante el juicio.

 

Pero desde que se reabrió el expediente, hace menos de dos años, la Fiscalía ha avanzado más que en los últimos 20 años… Al menos en sus determinaciones.

 

Yo no comparto eso. Desde el primer momento en que se empezó a hablar de desaparecidos, empezó a actuar la Procuraduría General de la Nación, el procurador de la época era el doctor Carlos Jiménez Gómez y su inmediato sucesor fue el doctor Carlos Mauro Hoyos, la justicia militar y la ordinaria, se dieron situaciones en el campo disciplinario de destitución, luego la justicia sí actuó. Es más, en los actuales procesos, la mayoría de pruebas son trasladadas de otros procesos, inclusive de sentencias absolutorias en el campo disciplinario y en el campo penal. Se dice que se ha avanzado en estos últimos dos años, pero, ¿pruebas nuevas? No lo sé. Fue una situación que se dio bajo la Constitución de 1886, bajo un código penal diferente al de ahora. ¿Hechos nuevos? No sé. Pero sí puedo garantizar que esos hechos que se investigan ahora son los que se investigaron por parte de quien tenía las funciones disciplinarias, de la justicia militar y de la justicia ordinaria.

 

Se dice que contra las instituciones de la Fuerza Pública hay una guerra jurídica, que para los fiscales, lograr recluir a un militar es como un premio mayor; lo mismo para las ONG que denuncian acciones de los militares. ¿Cómo percibe este tema?

 

Los conflictos internos, generalmente, son una guerra no sólo militar sino que tiene un contenido político, por consiguiente, hay una guerra política y jurídica. Esa es la realidad. En el caso del Palacio de Justicia no es solamente la acción de la justicia como tal sino la guerra jurídica y política que uno ve, esa guerra que se está convirtiendo en que por presiones internacionales, nacionales y utilizando el periodismo, convierten todas estas cosas en delitos de opinión, en investigaciones de micrófonos y grabadoras, y no se deja que la justicia actúe como debe ser. Es que yo no puedo entender cómo, con todo el derecho que pueden sentir los familiares de las víctimas, los oficiales y suboficiales estén siendo inculpados porque hacen uso de un recurso y lleven a los medios que, por ejemplo, se presentó la colisión de competencias para dilatar el proceso; si uno tiene que respetar que si los códigos contemplan esos recursos por qué lo van a censurar por hacer uso legítimo del debido proceso.  Eso es interferir y crear opinión desfavorable. Es lo que ha venido sucediendo con hechos de la vida nacional, no sólo del Palacio de Justicia. Entonces sí hay una guerra jurídica y política. Es una manipulación que se da. Pero yo no puedo decir que la Fiscalía no esté cumpliendo con sus funciones, las está desarrollando y ojalá las cumpla estrictamente, lo importante es la verdad y la justicia, pero no son sólo de la Fiscalía, las sentencias se dan por los jueces y en ninguno de estos procesos hay sentencias absolutorias ni condenatorias.

 

¿Cuál es su versión sobre lo que pasó con estas 11 personas que siguen desaparecidas?

 

No tengo ninguna. Está la de los medios de comunicación y las que se dieron en su momento por personalidades que analizaron los hechos con la dimensión que tenían en su momento.

 

¿Pero sí hay o no desaparecidos?

 

Le repito: judicialmente, no conozco una sentencia que diga que sí o que no. Hay unas personas que están siendo inculpadas por estos hechos. Es que yo no hago los procesos, yo no soy fiscal, quien tiene que llegar a esa conclusión es la Fiscalía con su material probatorio y los jueces. Y eso puede ir hasta casación en la Corte Suprema.

 

Es que lo que está bajo investigación no es si hay desaparecidos o no sino quiénes son los responsables de esas desapariciones.

 

Yo no le puedo dar esa conclusión, no me corresponde, no juego con conclusiones de esa naturaleza, de si los hubo o no. Y eso es lo que he sostenido ante la Fiscalía.

 

¿Pero usted cree en las versiones de sus subalternos, que aseguran que no se cometieron hechos ilícitos? ¿Cree en sus hombres?

 

Yo creo en mis hombres pero más creo en los principios del derecho, en la presunción de inocencia de las personas. Mientras no haya una sentencia, un proceso terminado sin más recursos, hasta ese momento creeré en la inocencia de todos los que participaron en esa operación.

 

¿Usted cree que los familiares de las víctimas tienen alguna doble intención, o que están siendo manipulados por terceros o que hay intereses más allá de encontrar los restos de los suyos?

 

Independiente de la parte humana, de su parte sentimental que entiendo perfectamente, ellos se han constituido como parte civil en los procesos y están haciendo uso de un derecho que yo no voy a controvertir. Lo que sí controvierto es su posición cuando se oponen a que los inculpados utilicen todos los recursos que les da la ley. ¿Si están manipulados? No sé. ¿Si tienen otro interés? Bueno, además de la responsabilidad penal se paga una indemnización, y todo indica que por cada sentencia condenatoria que prospere ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenan al Estado y éste tiene que resarcir, entiendo que US $400 mil por cada persona, eso es lo que se dice relacionado con el interés que pudieran tener. Pensemos que es un interés en resarcir a las víctimas, no me gusta maliciar ni irme más allá de las suposiciones.

 

Desde que ocurrieron los hechos de Palacio, ha habido versiones de personas relacionadas con el cartel de Medellín en las que se afirma que hubo una alianza entre el M-19 y la mafia para perpetrar estas acciones. ¿Qué validez le da a esa versión?

 

Yo estoy casi seguro de que sí había una conexión entre el M-19 y los narcotraficantes. Eso es lo que entiendo, muchas investigaciones han dado a conocer esa relación.

 

 A pesar del indulto que se le concedió al M-19, ¿cree que se debería volver a examinar la responsabilidad de sus ex integrantes sobre el asalto al Palacio?

 

En este proceso, alguna vez leí que en el año 91 o 92 un juez, cuando ya se había decretado la amnistía, consideró que debía dársele otra calificación a los delitos cometidos por el M-19, que no eran rebelión sino terrorismo, y por consiguiente el terrorismo no podía ser objeto de indulto. Eso creó una gran conmoción, tuvo que intervenir el Procurador, se presentó una crisis política, el M-19, que tenía funcionarios en el Gobierno, iba a renunciar. Una conmoción política, y eso está dormido. Quedó de esa manera. Hay normas dogmáticas traídas del derecho internacional o aplicadas por cortes internacionales que dicen que esos actos no pueden ser objetos de indulto ni de amnistía, por consiguiente, ¿por qué no se revisa? Alguien tiene que decírselo al país. En su momento, para evitar crisis, hasta ahí quedó. Pero creo que deberían impulsarse esas investigaciones.

 

¿Y no cree que un país como Colombia, después de un proceso que se hizo como el de la desmovilización de los paramilitares, un concepto así podría complicar aún más las cosas? 

 

Pues esas son las decisiones que tiene que tomar un país, orientado por sus dirigentes y su clase política, pensando en lo que le conviene para la paz, la tranquilidad y la concordia. Eso debería pensarse de esa manera, así como deben pensarse las implicaciones que ha tenido y que puede seguir teniendo la revisión o la reapertura de los hechos del Palacio de Justicia y de otras situaciones, cómo afectan al país, porque ciertamente no puede uno entender cómo hechos sucedidos en el año 85, estos delitos, si es que se dieron, son imprescriptibles y sólo prescribirán cuando los inculpados mueran. ¿Durante cuántos años se va a mantener esa decisión? ¿Son delitos permanentes por toda la eternidad? Yo respeto las nuevas doctrinas y corrientes del derecho que se quieren imponer, pero hay cosas que no puedo entender. ¿Cómo se desconoce el fuero constitucional? Yo era el comandante del Ejército y tenía fuero constitucional bajo la Constitución de 1886, que era sólo para los comandantes. Y ahí no se decía que cuando yo dejara de ejercer el cargo perdía el fuero, no señor, pero ahora la Constitución del 92 sí lo contempla. Sobre el delito, la desaparición forzada no existía en la ley penal, pero como ahora es permanente hay que investigar. Son situaciones que aún, a mí, me llaman la atención.

 

¿Usted siente que les hicieron trampa y les cambiaron las reglas de juego?

 

Las reglas de juego nos las imponen, son nuevas reglas con nuevas normas. Lo que no puedo compartir es que se apliquen nuevos procedimientos y nuevas interpretaciones del derecho con hechos que no estaban erigidos como delitos en 1985, sino por normas posteriores, con interpretaciones dogmáticas y no pragmáticas. Mientras se actúe de esa manera será difícil la reconciliación.

 

Pero, independiente de que estuviera tipificado el delito, ¿a usted no le parece que sí hay algo irregular si alguien se desaparece cuando estaba bajo la custodia de las autoridades? Además, en esos años, en los tratados internacionales ya se hablaba del delito de desaparición…

 

La desaparición forzada no estaba consagrada como delito. Es como si ahora yo cometiera alguna actitud que no está tipificada como delito, dentro de unos años sí lo sea y me juzguen por eso. Son situaciones diferentes. La desaparición, en ese momento, era simplemente una situación que uno veía en los periódicos sobre alguien de quien se ignoraba el paradero y salía una foto. Eso era un desaparecido. Pero por la evolución del derecho se dice que eso es desaparición forzada aunque no existía el delito. Uno no puede manejar eso retroactivamente y con el argumento de que es permanente. Que como se desaparecieron en esa época, y el delito es permanente, ahora en la nueva legislación es un delito. Son teorías que yo no comparto.

 

¿Cómo comenzó el incendio en el Palacio?

 

No lo sé, yo no estaba ahí, yo estaba en mi oficina en el comando del Ejército.

 

¿Impartía órdenes desde su oficina?

 

Claro, es que uno tiene sus comandos y ese era mi sitio. Tan pronto salí del Palacio de Justicia antes del asalto, llegué a mi oficina y no salí de ahí, porque yo tenía que ejercer el mando del Ejército no solamente de lo que estaba pasando en Bogotá, sino en Caquetá, Putumayo, era todo el Ejército, todas las brigadas, y se temía que los hechos de aquí pudieran generalizarse en otras partes del territorio nacional. Yo no estaba ahí. Por lo que he leído, visto y escuchado, el Ejército no es el causante del incendio, qué interés podría tener para incendiar archivos. Lo del incendio no se está juzgando, que el tanque rompió una puerta del Palacio no se está juzgando. Lo que se está investigando es por una persona que está muerta y 11 que, se dice, están desaparecidas. Eso es.  Uso legítimo de la fuerza, no hubo exceso de fuerza, el Ejército utilizó todas las armas y medios que la Nación le dio para su legítima defensa.

 

Pero hay testimonios que dicen que sí hubo exceso de fuerza.

 

Son interpretaciones. Pero yo creo que no puede ser. Si a un policía le dan como medio de defensa un bolillo, con eso se defiende. Al Ejército le dieron tanques, granadas, fusiles y tiene que emplearlos. Además, este asalto y por consiguiente la acción del Ejército no era una acción policiva de desalojo, como cuando un grupo de indígenas se toma una finca o uno de desplazados se toma un edificio. Esas son acciones eminentemente policivas. Y un alcalde o un juez ordena un desalojo. Aquí no era esa la reacción. Se estaba reaccionando contra un grupo terrorista fuertemente armado, tan es así que la operación duró entre 26 y 28 horas.

Hay unas grabaciones que hace un par de años volvieron a salir a la luz pública, hechas por un aficionado, en las que se escuchan frases como “esto se va a volver humanitario, fumiguen ya”. ¿Cómo explica eso?

 

Esas grabaciones, a pesar de que la Fiscalía tenga otro concepto, para mí fueron ilegales. Su uso fue ilegal, no fue autorizado. Fue una ‘chuzada’ que hizo artesanalmente este señor. Al darse cuenta de la gravedad de lo que se trataba, que  eran unas conversaciones entre miembros de la Fuerza Pública, él no debió haberlo divulgado. No sé si las vendió. Además esas grabaciones fueron editadas. Entiendo, porque no las he escuchado todas, cubre cuatro horas de las 28 que duró la operación. Intervienen diferentes personas, esa era la red de la brigada. ¿Dónde están las otras 24? Fueron editadas, creo que el mismo señor que grabó dijo que hubo necesidad de pasarlas de un sistema a otro por problemas técnicos para quitarle ruido, y eso es editar. Al editar se pierde el contexto de lo que se quiere decir. Para mí esas grabaciones obedecían a un comandante militar que está en una situación de combate y que necesita mantener el espíritu de sus hombres, que están sujetos al fuego enemigo y a las bajas, como las hubo también. Son interpretaciones de expresiones como “fumiguen”. Yo he escuchado expresiones como “acaben”, pero es que acabar no quiere decir “mátenlos”, “cuélguenlos”. Son expresiones que se pudieron haber dado pero que solamente quien las emitía y quien las recibía podía interpretar qué se dijo y qué se quiso decir. No se puede interpretar con malicia o sacarlas del contexto, porque no es correcto ni responsable sacar esas conclusiones.

 

Se habló también de que hubo ejecuciones extrajudiciales dentro del Palacio, guerrilleros heridos que fueron rematados por uniformados. ¿Qué sabe de esto?

 

¿Dentro del Palacio? Es la primera vez que escucho esto. Yo no vi nada de eso antes, no sé, no creo. Las bajas fueron en combate.

 

Si se retrocediera el tiempo, ¿repetiría sus decisiones?

 

Claro. El Ejército actuó en cumplimiento de un deber legal, sujeto a una cadena de mando, su misión fue muy clara. Yo tengo mi conciencia tranquila y así me lo ha reconocido la Fiscalía General de la Nación al precluir la investigación que se me hizo por estos hechos. Quiero también referirme que el mismo representante del Ministerio Público dentro del proceso emitió el concepto de que debía precluirse la investigación.

 

¿Qué credibilidad le da a la versión de que a algunos sobrevivientes los sacaron del Palacio y los llevaron a la Casa del Florero, donde hombres bajo el mando del coronel (r) Alfonso Plazas Vega y del general Iván Ramírez (Coici) se los llevaron para, finalmente, desaparecerlos?

 

No es mi función, mucho menos con una investigación de por medio, decir si se dieron o no esos hechos.

 

¿Pero usted les cree a los ex oficiales que dicen que eso no ocurrió?

 

Yo creo en la presunción de inocencia. Es un principio sagrado. Solamente si la justicia llega a comprobarlo, lo aceptaré. Espero que no se comprueben esos hechos, es lo que anhelo, como es apenas natural.

 

En algún momento los familiares de las víctimas les dijeron a los militares vinculados a este expediente que les indicaran dónde estaban los restos de los suyos a cambio de una rebaja de penas. ¿Qué piensa de esa propuesta?

 

Yo no puedo cohonestar esa petición porque cada persona tiene la facultad y el derecho a no inculparse, y eso sería aceptar una responsabilidad que no se puede aceptar si la persona considera que es inocente. Eso va en el fuero individual de lo que la persona siente que hizo o no hizo.

 

Cuando ocurrieron los hechos ustedes salieron alzados en brazos pero hoy la realidad es otra. Si sucediera algo similar en esta época, ¿se repetirían las alabanzas?

 

Cuando sucedieron los hechos, hacia las 5 de la tarde yo fui a saludar a las tropas, a darle ánimo a toda esa gente que llevaba sin comer y sin dormir mucho tiempo, y cuando desembarqué del vehículo un poco arriba de la Plaza de Bolívar, la ciudadanía me aplaudió y le daba vivas a los integrantes del Ejército. Cuando las tropas regresaron a los carteles en sus vehículos, la gente salió a la carrera séptima a ondear banderas blancas y a vitorear a esos soldados. El soldado necesita esos estímulos de sus conciudadanos. Y si esos hechos se repitieran, la ciudadanía los recogería con igual júbilo.

 

¿Cree que la historia ha sido injusta con la actuación del Ejército ese 6 y 7 de noviembre?

 

Es la historia de la historia. Hay una historia que se ha ido deformando, pero esa no es la historia, la están contando de otra manera. Ojalá llegáramos a la original. Cada cual tiene su verdad, yo tengo la mía, es lo que sé y me consta, no hago suposiciones. Han pasado más de 23 años y la historia sí ha cambiado. Los medios cambiaron sus posiciones. Pero la historia no es como la están contando.

 

Preguntas para Colombianos por la paz

Por Luis Alberto Villamarin Pulido *

www.luisvillamarin.co.nr

Marzo 29 de 2009

Frente al aluvión de acciones terroristas y teatrales manipulaciones politiqueras que han desatado las Farc y sus cómplices, a partir del momento que el autodenominado Grupo Colombianos por la Paz, terció sin que nadie se lo solicitara, ni que el gobierno nacional lo encargara de mediar para la liberación de secuestrados, surgen una serie de preguntas muy puntuales, a la espera que sean resueltas por los aludidos.

Si es cierto que Colombianos  por la Paz, no es en realidad Colombianos por las Farc, como parecieran demostrarlo las sospechosas actuaciones de algunos de sus afilados, algo así como lo que sucede con Telesur que en la práctica es Telefarc, entonces es necesario que esta mediática ONG explique a los colombianos:

             1. ¿Cuál es la razón para que con ocasión de la masacre de los indígenas Awa, Colombianos por la Paz, se limitó a pedir a las Farc una explicación, pero no condenó la execrable acción terrorista?. Por el contrario guardaron silencio que a la larga se torna en comportamiento cómplice.

            2. ¿Cuál es la razón para que Colombianos por la paz, que en apariencia quiere presentarse como un ente imparcial y con fines altruistas, guarda silencio constante ante acciones terroristas de las Farc, tales como la destrucción del acueducto de Villavicencio, la incineración de vehículos en la vía Panamericana, la bomba de Blockbuster, el plan de asesinato contra el ministro de Defensa, las confesiones del ex viceministro ecuatoriano Chauvin de su relación con las Farc a nombre del gobierno ecuatoriano, las destempladas y agresivas ofensas permanentes de Rafael Correa el principal socio ecuatoriano de las Farc, la clara evidencia de los nexos de las Farc con el narcotráfico halladas en los recientes documentos incautados., etc?

             3. ¿Cuál es la verdadera razón para que en lugar de hacer el juego a las Farc con el exabrupto y cruel manipulación del dolor de la madre del mayor Guevara asesinado en cautiverio, con el argumento baladí de su supuesta visión humanitaria imparcial, no se ponen en su puesto con una dignidad ofendida como la que aparentaban Piedad Córdoba y Daniel Samper cuando dos terroristas del Bloque Sur los hicieron cómplices de la manera como realizan espionaje para perpetrar actos terroristas contra el Estado de Derecho, mediante unas presuntas interceptaciones a las comunicaciones de la Fuerza Aérea con unidades de superficie?

            4. ¿Porqué no asumen una posición vertical, seria, imparcial y coherente con los destinos nacionales, y, la seguridad global del Estado y la sociedad, en lugar de servir de multiplicadores a las farsas que en nombre del periodismo montan Jorge Enrique Botero y Holman Morris en torno a la supuesta búsqueda del acuerdo humanitario?

            5. ¿Tiene Colombianos por la Paz una idea clara acerca de cuales son los propósitos publicitarios de las Farc y los compinches encaminados a resucitar el cadáver político de las Farc?

            6. ¿Ha pensado Colombianos por la Paz en depurarse y sacar de su seno a los eventuales miembros de las Farc, que como integrantes del Partido Comunista Clandestino o del Movimiento Bolivariano del grupo terrorista, ocultan sus intenciones, y agazapados promueven lo que sirve a los objetivos finales de las Farc, convirtiendo a los demás soñadores de paz, en idiotas útiles de la guerrilla?

            7. ¿Alguna vez Colombianos por la Paz, ha preguntado a las Farc, que es lo que los terroristas entienden por paz, dado que los documentos hallados en diversos campamentos farianos, queda claro que la única paz valedera para las guerrillas comunistas colombianas, es la toma del poder para implantar una dictadura comunista?

            8. ¿Cuál es la relación orgánica, ideológica, procedimental o asociativa de Colombianos por la Paz con la Coordinadora Continental Bolivariana y el Foro de Sao Paulo?

            9. ¿Por qué Colombianos por la Paz no censura la doble moral de los terroristas, y por el contrario, les hace el juego con la desproporcionada idea de pedir que el gobierno entregue los restos mortales de Raúl Reyes a cambio de devolver el cadáver del mayor Guevara, y de paso no les deja claro a los guerrilleros, que la tarea de aclimatar la paz sin artilugios, excluye las jugadas politiqueras oportunistas, con la dramática carga del dolor de las víctimas como ocurrió con la calculada manipulación de la liberación de los seis secuestrados a comienzos de febrero de 2009 y ahora con el drama de la madre del mayor Guevara?

            10. ¿Han entendido los autodenominados Colombianos por la Paz que su supuesta tarea por lo menos la que han exteriorizado de ser facilitadores de paz, es contraria a servir de idiotas útiles a la propaganda comunista de los terroristas?

            11. ¿Han evaluado todos los integrantes de Colombianos por la Paz, que las comprometedoras evidencias halladas en los computadores de Reyes, de la cercanía afectiva, ideológica y procedimental de algunos de sus miembros con las Farc, deslegitima a esta ONG, y de entrada da a entender que si no es una organización política de fachada del PCCC, por lo menos es manipulada por los terroristas infiltrados, es decir que algunos son idiotas útiles de los camaradas?

            12. ¿Han reflexionado al interior del grupo Colombianos por la Paz, que una cosa es odiar al señor Alvaro Uribe como persona, estar en desacuerdo con sus estilo de gobierno y su ideología, pero que otra mas grave es servir de idiotas útiles a los propósitos políticos y propagandísticos de las Farc, el Foro de Sao Paulo, la Coordinadora Continental Bolivariana, el ala radical del Polo Democrático y la línea dura del Partido Comunista Colombiano que pregona la combinación de las formas de lucha, para asaltar el poder político por la fuerza e imponer una tiranía similar a la cubana?

             13. En ese orden de ideas, ¿habrán entendido los miembros de Colombianos por la paz, que ni las Farc ni los dinosaurios comunistas, estatistas, promotores del parasitismo laboral, no son la solución a los graves males de Colombia, sino uno de los más graves problemas que asedian al país?

            14. ¿Porqué Colombianos por la Paz no se manifestó en contra de la afrenta contra la dignidad nacional promovida de manera soterrada por el gobierno de Chávez y ejecutada por los comunistas venezolanos de declarar el 26 de marzo como el día del derecho a la rebelión armada y de paso mitificar a Tirofijo, uno de los asesinos y narcotraficantes mas peligrosos del mundo?

            15. ¿Son conscientes todos los miembros de Colombianos por la Paz, que en el fondo las Farc y sus compinches buscan la legitimación política, no para desarmarse ni desmovilizarse, sino para quitarse el rótulo de terroristas, buscar que el gobierno colombiano retire los cargos contra los implicados en los contenidos de los computadores de Reyes, y a mediano plazo impulsar la candidatura presidencial de Piedad Córdoba?

            16. ¿Saben o no saben, todos los miembros de Colombianos por la Paz, que Lula Da Silva, Chávez, Correa, Ortega, Morales, las Farc y los demás complotados, no han renunciado al objetivo de derrocar el sistema democrático colombiano, para imponer una dictadura comunista similar a la que empobreció y llevó a Cuba a la miseria, y que por el contrario todo ese espectáculo mediático es parte de las líneas de acción del Plan Estratégico?

            17. ¿Entienden o no, los Colombianos por la Paz, que las liberaciones de secuestrados a cuentagotas son apenas una estratagema de los terroristas. O acuden al trillado argumento del mas inepto y desprestigiado de los presidentes colombianos de toda la historia, que todo ha sido a sus espaldas?

Si no hay respuestas claras y puntuales a estas y otras preguntas de este mismo cariz, crecerán las dudas acerca de la legitimidad y transparencia del supuesto objetivo altruista que realizan los miembros de Colombianos por la Paz.

*   Analista de asuntos estratégicos