viernes, 23 de octubre de 2009

Cuba: un día en la vida de Iván Moratinos

Por GEES

Libertad Digital, Madrid

Octubre 22 de 2009

El ministro considera la defensa del comunismo como eficaz frente a la "retórica sin resultados de Aznar". Como la obra del marqués de Sade, el nuevo modelo del socialismo es: Cuba o el infortunio de la virtud; Moratinos o la eficacia del vicio.

En Cuba hay 208 presos políticos, o eso nos dicen, pero también hay 11 millones de cubanos recluidos en uno de los regímenes más represores del planeta; el único que habla español.

Hace un mes, suponemos que preparando la visita, Castro encarceló a un español que hace negocios allá; y hace seis años, desencadenó una ola represiva encerrando a 75 opositores al régimen. Ha jugado con ese stock de carne humana. Tocaba entregar a uno de esos opositores y al español mencionado a cambio de un acuerdo: modificar en la UE la posición común europea del 96, que vinculaba cualquier concesión a la protección de los derechos humanos.

La UE, sin cambiar su posición común, invertirá unos 36 millones de euros en "cooperación" en Cuba este año. Es ya hoy el primer socio comercial del régimen. Si con esto no se logra exactamente "elevar" la relación, como propone Moratinos, habrá que borrar hasta la mención a los derechos humanos y a la transición democrática revocando la posición común.

Que España esté incumpliendo el papel que ella misma firmó ya es bastante grave; que lo quiera convertir en política europea es deplorable; pero que haya que oír que la vulneración del Derecho es una medida eficaz, es demasiado.

Fomentar el uso de las personas como rehenes es indigno e incompatible con los derechos humanos y la libertad. Encarcelar para poder liberar, o para poder encarcelar de nuevo, es un deporte conocido y practicado en la isla. Que el ministro se engañe es cosa suya, pero no podemos dejarle que nos venda la virtud del vicio, ni la eficacia del colaboracionismo.

Ayudar a los tiranos, abrazarse con los dictadores, intentar sacar a terroristas de las listas europeas no es un sofisticado mecanismo diplomático ultra-sutil que permite solidarizarse con sus víctimas y ser eficaz. Es lo contrario: fraternizar con criminales legitima sus actuaciones garantizando que se repitan y perpetúen.

El famoso escritor disidente Solyenitsin escribió Un día en la vida de Iván Denisovich. Cuenta la atroz existencia de los recluidos en el Gulag. Al final de la jornada, el endurecido Iván constata, tras un cúmulo de penalidades inconcebibles, que no fue un día tan malo después de todo.

Décadas de concesiones no hicieron avanzar ni un segundo la caída del Muro de Berlín. Siendo Ford presidente americano rechazó recibir a Solyenitsin por no irritar la posible transición a la democracia de la Unión Soviética. Con Ford la URSS siguió siendo tal. Reagan criticó a Ford, inició una carrera de armamento que acabó de quebrar a los herederos de la revolución de octubre, le dijo a Gorbachov que se cargara el Muro, y logró todo lo que se propuso, sin disparar un solo tiro.

Moratinos fue a Cuba, y ha vuelto: un día en la vida de Moratinos. Nada que ver con todos los días de tortura y privaciones de los más de doscientos Iván Denisovich que Castro mantiene eficazmente encerrados en la isla. Para Curro no fue un día tan malo.

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