Por Rafael Guarín
Nuevo Herald, Miami
Septiembre 7 de 2009
La anterior afirmación no es ningún cuento, como algunos opositores al gobierno, ilustres mamertos y otros despistados salen siempre a decir. Un estudio juicioso de los documentos producidos por las Farc en los últimos cuatro años y una revisión histórica de sus tácticas y estrategia, demuestran que en ese grupo la apelación al diálogo de paz es una constante al servicio de una estrategia de guerra. El reclamo de un acuerdo humanitario para la liberación de los miembros de la fuerza pública secuestrados es la cuota inicial para reencauchar la bandera de la “negociación”.
El objetivo inmediato de las pruebas de infamia es manipular y someter a través del miedo y el terror a los ciudadanos, al punto de desafiar la lógica y trasladar la responsabilidad del secuestro al gobierno nacional. Solo basta recordar las palabras de Piedad Córdoba culpando del sufrimiento de las familias y de los secuestrados al presidente Álvaro Uribe.
El tema se entiende mejor si se revisa el Manifiesto de las Farc del 1 de octubre de 2007, en que se ratifica que la apuesta es construir las condiciones que favorezcan un quiebre en las urnas de la política de seguridad y la llegada del Socialismo del Siglo XXI a Colombia. La táctica: doblegar la voluntad de lucha del Estado y ratificar dos de los principales mitos farianos: la invencibilidad de la guerrilla y la “negociación política” como la única salida a otro mito: “el conflicto social y armado”.
Tal objetivo requiere que la opinión pública de un giro radical. Pase de reclamar mano firme contra el terrorismo a una postura comprensiva con los violentos. El reto de Alfonso Cano y de sus cómplices camuflados en la legalidad, es desarrollar operaciones psicológicas que impacten el imaginario colectivo, de tal forma que la sociedad que respalda hoy
Muy triste en esta historia es que el pisoteo de la dignidad humana de los secuestrados y sus familias esté asistido por organizaciones de la sociedad civil como "Colombianos y Colombianas por
En esta materia la consigna debería ser unidad nacional para rechazar pruebas de infamia, exigir al grupo terrorista la liberación inmediata y sin condiciones de los secuestrados, al igual que la renuncia a que sigan cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Todos debemos estar unidos en un solo mensaje: la paz no llegara claudicando y haciendo concesiones al terror y el crimen. Será la aplicación estricta de
Aunque Iván Cepeda y los amigos de izquierda no lo acepten, a la paz se arribara cuando haya justicia, los guerrilleros digan la verdad sobre sus atrocidades y reparen a las víctimas. Si se hizo con los paramilitares, porqué no reclamarlo en el caso de las Farc y el Eln.
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